jueves, 30 de mayo de 2013

PORTADAS DE ALGUNOS DE MIS LIBROS:


El oscuro semejante (Egro, Santo Domingo, 1989)
Negro Eterno (Acessit premio poesía Casa de Teatro, Santo Domingo, 1997)
Vicio (Acessit premio poesía Casa de Teatro, Santo Domingo, 1999)
Burdel Nirvana (Premio poesía Casa de Teatro, Santo Domingo, 2000)
Se borra si es leído, Poesía 1989-1999 (Consejo de Cultura, Santo Domingo, 2000)
Crónico (Tsé Tsé, Buenos Aires, 2000)
Prosa do que está na esfera (Olavobrás, Sao Paulo, 2003)
Prosa del que está en la esfera (Tsé Tsé, Buenos Aires, 2006)
Mosaico Fluido (premio de poesía Emilio PrudHomme, Santo Domingo, 2006)
Prosa del que está en la esfera (UASD, Santo Domingo, 2007)
Pseudolibro (Premio de poesía UCE, Santo Domingo, 2008)
Delirium semen (Aldus, México, 2010)
Catorce Torsos (Felicita Cartonera, Paraguay, 2011)
Caducidad (Amargord, Madrid, 2011)
Sin textos no hay paradiso (Gamar, Colombia, 2012)

jueves, 18 de abril de 2013

Prólogo a SOL PARA LAS DOCE, antología de Pedro Mir (Alfaguara, abril 2013)



La poesía de Pedro Mir se nos revela siempre otra en su re-armado: característica propia de toda obra trascendente. En tal sentido, regresar a una reunión de sus trazos líricos, compilarlos otra vez, es producir una figura nueva con las mismas piezas del rompecabezas.
Existe una profusa bibliografía sobre la obra de nuestro Poeta Nacional, la que por lo regular destaca el basamento político-ideológico de gran parte de sus textos. Sin embargo, esta faceta, la más ponderada y acentuada, es sólo una de las fases de su obra –aunque sin dudas la más importante–, cosa que nos ha interesado destacar con esta antología. Nuestro criterio de selección, por tanto, ha sido una tentativa de arcoíris: en la unidad de un fenómeno mostrar una paleta diversa de colores. En busca de este efecto, escogimos poemas procedentes de prácticamente su ciclo vital y creativo completo, que se extendió desde 1949 hasta 1998 en términos de fechas de publicación. Mir vivió entre 1913 y 2000, datos indicadores de su rápido dominio del oficio y su extendida capacidad creativa. Los lectores hallarán, por ello, en un orden aleatorio, poemas sociales, románticos, políticos, eróticos e incluso bucólicos. Eso en cuanto a contenidos. Pero obtendrá lo mismo en la diversidad de formas: Mir produjo sonetos perfectos, tonadillas, poemas rabiosamente versolibristas, así como formatos cortísimos y amplios, dislocaciones de los espacios e interlineados, sangrados, subdivisiones, etc. Naturalmente, no hay mejor entrada a cualquier compilación poética de Pedro Mir que su texto cumbre, Hay un país en el mundo.
Habría que señalar una característica inesperadamente evolutiva de su lírica social: lo que en su momento fue una tendencia americanista bajo la atmósfera de la Guerra Fría: la polarización de las ideologías y las luchas antiimperialistas de nuestros pueblos, marcó una impronta positiva y propositiva en la poesía de Mir. Sus cantos por el hombre total, por el depauperado y por nosotros mismos; su amén de mariposas y sus viajes a la muchedumbre, fueron todos momentos de esperanza, de optimismo. El cantor de las masas que era Mir, sin embargo, parecía velar en su poesía lo que se devela, a raíz del fracaso de las luchas libertarias de ese entonces: una veta de negro pesimismo al comprender que el poema sólo puede denunciar, sancionar –dejar por escrito– la opresión, el crimen, el despojo, la miseria. Lo cierto es lo más notable: que en Mir podemos ver una inequívoca identificación entre su obra y su obrar, es decir, entre contexto de escritura y conducta vital.
Finalmente, es pertinente recordar que hay un país en el mundo, y que es el nuestro, donde, a exactamente cien años de distancia del nacimiento del Padre de la Patria Juan Pablo Duarte (1813), nace el Poeta Nacional Pedro Mir, el Poeta de la Patria. El azar siempre hace coincidir fechas felices.

León Félix Batista

domingo, 14 de abril de 2013

7 poemas de Philip Lamantia (EUA, 1927-2005)



PÁJARO HERMÉTICO



Este cielo es para ser abierto
ese cuerpo saqueado para ser querido
esta linterna para ser atada
alrededor de los colmillos de tu corazón

Perdido por un puente
moviéndome a través de mares de
tragedia
por entre islas de mujeres inflamables
me detengo
con mis plumas enredadas en tu ombligo
con mis alas opalinas en la noche
y pronuncio palabras que se oirán mañana
en una pequeña carreta campesina
del siglo diez y siete

Aliento a aliento
el vaso se rompe en el sepulcro
para dar nacimiento a un temblor
ambulante
de Esfinge, dulce pájaro, fiera dulce
hambrienta de ti
hambrienta de tu madre

Los niños en las lámparas
juegan con nuestros cabellos
oscilando en la nada

He aquí un paisaje de fuego
He aquí caballos húmedos por los agrios
fluidos de mujeres

En los pilares de nicotina
la palabra placer es borrada por la lengua
de un perro
en los pilares los cuerpos
abiertos son con llaves
las llaves están sujetas a mi cama
para tocarlas en la aurora

para ser utilizadas en un sueño

Si un sólo sonido más es escuchado
los niños llegarán para matar
en el fondo del lago
en el fondo del lago

Si los niños asesinan
los búhos sangrarán
humanos caprichosos
que desfilan en los sótanos del sol

Cuando se hundan las columnas en el mar
envolviendo en el estrépito profecías y
dementes
juntos en una pequeña cuna
alzados en la túnica del deseo
y con las bocas abiertas hacia las estrellas
aullando para que los castillos se fundan
a nuestros pies
tú y yo
cabalgaremos sobre los pechos de nuestra
madre
que no conoce a nadie
que nació de pájaros desconocidos
para siempre en el silencio
para siempre entre los sueños
para siempre en el sudor del fuego.


HAY ESTA DISTANCIA ENTRE
LO QUE VEO Y YO



Hay esta distancia entre lo que veo y yo
la inmanencia en todas partes de la
presencia de Dios
no más éxtasis
una cabeza fría
acecha acecha acecha
Yo estoy aquí
El está allá... Es un océano...
a veces no puedo pensar en ello, fracaso,
caigo
Hay esta mirada de amor
hay la torre de David
hay el trono de la sabiduría
hay la mirada silenciosa del amor
Constante vuelo en el aire del Espíritu
Santo
yo suspiro por la luminosa oscuridad de
Dios
yo suspiro por la superesencial luz de esta
oscuridad
otra oscuridad suspiro por el fin de suspirar
suspiro por el...
es innombrable por lo que suspiro
una palabra dicha atrapada en su propia
carne diciendo nada
Esta nada embelesa más allá del embeleso
Hay esta mirada de amor Trono
Silencioso mirada de amor



CAPRICORNIO ES UNA RODILLA HERIDA


Claro que la noche está manchada
de ectoplasma
la sangre del águila fluye sobre los
planetas
y nosotros echamos un hechizo por siete
halcones para volar hacia la luna
aquel silencio puede ser que prevalezca
para sobrecoger a los ruidosos pobladores
y nosotros escuchar las canciones cuando
irrumpen
de los labios del aire



VOY


La estoy siguiendo hasta la luna vacilante
hasta un puente por el largo litoral
hasta valles de bella piromanía
hasta flores muertas en un espejo de amor
hasta hombres consumiendo minutos
salvajes de un reloj
hasta manos jugando en bolsillos
celestiales
y hasta aquel salón oscuro al lado de un
castillo
de jóvenes voces cantándole a la luna.

Cuando salga el sol ella vivirá en un cielo
cubierto con sangre de gorrión
y envuelto en telares de perdida
decadencia.

Pero yo estoy yendo hacia la luna,
y ella estará allí en una noche musical,
en una noche de risas encendidas
ardiendo como un camino de mi cerebro
mojando el brazo en el lago de la luna.



DESPUÉS DEL VIRUS


¿Estoy feliz? ¡Fui feliz!
Los zoológicos de la felicidad convergen
en horrores que son la zarpa extensa
de quien llama primero
del labio subrayado
La felicidad no es un estado constante
El campo cubierto de sangre humana
hace brillar los huesos más allá
de la máquina de suicidio
Abonamos el árbol de los sacrificios
por sus precisas levaduras
bruñidas con la estática sonrisa
del dolor –escalan las oscilaciones–
no un momento de felicidad
mas contradicho por la resaca negra
Entonces ¿qué vendrá
rapidísimo de los subterráneos
en plumaje brilloso azotando nuestras testas
con la cuchillada del nacer?
Algo almacenando isletas mercuriales
y hongos de ser...
¡y vendido por altares
lanzados a los astros!



He sido razonable


He sido razonable
Chicago New York Los Angeles se han derrumbado
He partido a Ciudad Swan donde vaga todavía el fantasma
de Maldoror
El sur es muy civilizado
He comido rabo de rinoceronte
Es la última noche entre caimanes
Albión abre su puño en la palma de un boscaje
Observaré crecer la alhaja moteada en los lomos de caballos
desbocados
La exultación cabalga
Un pedacito del sol sobre mi cráneo
He sido razonable
en tiempo de cadáveres y nubes puedo hacer el amor aquí y
en todas partes



TORRES DEL ALBA EMERGIDA

Habiendo vivido
durante mucho tiempo a ambos lados del
puente bajo el campo de visión de 3 torres
fue sólo cuando el puente hubo cedido
atronadoramente sobre el agua
que emergió una enorme ola

para llevar a salvo
ante las cuatro puertas del castillo
y escupió en mis manos una llave gigante
inscrita con la forma-pescado de la cabeza y los ojos
de una bestia hermosa y verde.


(Versiones de León Félix Batista, publicadas en "Los rombos de la red", libro de traducciones dentro del tomo "Se borra si es leído, poesía 1999-2009", Consejo Presidencial de Cultura, Santo Domingo, 2000.

miércoles, 27 de marzo de 2013

ENTREVISTA A DEREK WALCOTT AL RECIBIR EL NOBEL (1992)



PREGUNTA: La gente que está familiarizada con su trabajo no se sorprendió demasiado de que obtuviera el Premio Nobel este año [1992], pero usted si parece que lo está. ¿Por qué?

RESPUESTA: Bien. Había escuchado rumores durante años de que era el primero en la lista de candidatos. Y uno siempre siente que hay otros que lo merecen más. Pero tú continúas con tu vida y sacas eso de tu mente. Entonces, es siempre una sorpresa.

P: Como un poeta moderno que a veces habla con voz isabelina, ¿cuál es su relación con la tradición occidental, en esta época de multiculturalismo y afrocentrismo?

R: Yo no creo que esos términos necesariamente apliquen al Caribe, que es por naturaleza una multicultura. Usted sabe, la población del Caribe no es sólo africana sino también, en gran parte, india. De ahí que piense que el Afrocentrismo es una cosa un tanto peligrosa para el Caribe, especialmente para un lugar como Trinidad, que tiene que acomodar la variedad de su población. Esos son términos foráneos para mí. Para mi no son aplicables al Caribe.

P: ¿Hay una cultura caribeña distinta, incluso fuera del Caribe?

R: Hay una cierta nostalgia en tratar de hacer un gueto de ti mismo. Si vives en un lugar que es variado y que tiene su propia cultura, no hay peligro en ser absorbido o en entender los lugares en que estés. Si vives en New York o Londres, puedes preservar el lugar del que vienes. Pero creo que puede ser a veces peligroso, en cierta medida, reunirse en guetos llenos de nostalgia y de quejas. El asunto es salir y participar en la variedad de la cultura en la que estás envuelto.

P: En algunas de sus piezas usted se ve luchando con lealtades divididas, como negro caribeño y como intelectual educado en Londres. ¿Es esa lucha la esencia de lo que usted escribe? Y si esa lucha fuera resuelta, ¿Seria su poesía diferente?

R: La contienda siempre ha existido en el Caribe. Es una lucha entre dos mundos: los orígenes del Caribe y el Nuevo Mundo contemporáneo. Cada escritor caribeño encarna ese tipo de conflicto. Es resuelto, regularmente, con libros y obras de arte que salen del Caribe. Puede ser que ellos contengan el conflicto, pero la forma del eventual producto es, en la novela o la pintura o el poema, lo que describe la evolución de la identidad caribeña.

P: ¿Cuál es su opinión acerca de Poder Negro, el Panafricanismo y otros conceptos similares?

R: Depende del momento en que esté hablando. Poder Negro no existe ya más; no se describe a si mismo de ese modo ya más. Si usted se refiere a la condición del afro-americano en New York, todo el mundo puede ver el trato que recibe. Observe a Los Angeles y verá.

P:¿Existe una condición similar para el afro-caribeño aquí en Estados Unidos?

R: No me gusta todo este énfasis en lo afro-caribeño. Tenemos que reconocer la realidad de la presencia de lo indio en el Caribe. No pienso que este énfasis en África, que en el Caribe es en ocasiones demasiado beligerante, sea un énfasis feliz. Porque si los indios hablaran así, los africanos se molestarían. Si los africanos lo hacen, nadie está supuesto a enojarse. Yo no creo que esa sea la composición de la sociedad caribeña.

P: Quizás no lo sea en el Caribe, pero estamos hablando de la sociedad caribeña aquí [Estados Unidos]. ¿Cree usted que haya una condición diferente?

R: No creo que haya una condición diferente para el inmigrante indio en los Estados Unidos. Esta gente es vista como una minoría racial, y en la unión de la identidad de una minoría racial es que está su fuerza. Todos los que son considerados como minorías raciales -el puertorriqueño, el chicano, el indio, el africano- deben unirse y enfatizar el hecho de que están siendo tratados como ciudadanos de segunda. Pero dividirse entre ellos es hacer exactamente lo que otra gente quiere: mantenerlos riñendo y peleando.

P: ¿A quienes ve usted como su audiencia?

R: En el teatro, mi audiencia inmediata es la audiencia caribeña. Porque ellos reconocerán lo que yo estoy tratando de describir. En cuanto concierne a la poesía, tú escribes para un lector inmediato, y esperas que se entienda qué estás tratando de articular. No es para el gran público.

P: ¿Puede la poesia comprometer las masas?

R: Yo no pienso que la poesia crea en algo como las masas. La poesía es concebida en una imaginación inteligente, receptiva, de parte tanto del lector como del escritor. Es casi como algo de tú-a-tú.

P: ¿Apoyan los gobiernos y la gente caribeña su literatura?

R: La mayoría de los gobiernos caribeños que podrían hacerlo son muy negligentes en la manera en que pueden ellos directamente promover las artes. No crean presupuestos para la presencia de las artes en sus comunidades. No otorgan suficientes becas. No levantan suficientes edificios, museos, teatros, cosas así. Ellos dan por hecho que estas cosas seguirán por sí solas, mientras que es trabajo suyo el proveer esas instalaciones.

P: ¿Necesita la gente del Caribe esta clase de exposición?

R: Si. Cada generación arriesga su perdición si la negligencia continúa, especialmente la generación de actores.

P: ¿Por qué ha escogido usted a Trinidad como el lugar del Caribe en que pasa mucho de su tiempo? ¿Qué le da Trinidad a usted?

R: Ahora paso tanto tiempo en Santa Lucía como en Trinidad. Pero Trinidad encarna para mí exactamente lo que estoy describiendo: todas las razas del mundo contenidas en un espacio y viviendo juntas tan amistosamente como cualquiera puede esperar.

P: El reggae, el calipso y la soca son considerados la poesía callejera del Caribe como el rap, su contraparte americana. ¿Hay alguna relación entre su obra y estas formas musicales?

R: En el teatro, ciertamente. He escrito piezas sobre el reggae. He escrito musicales.

P: ¿Y en su poesia?

R: No. Hay una cosa llamada la representación de la poesia, mayormente en el teatro, el cual yo he escrito. Y también está la poesia en sí. Yo no creo que la poesía deba ser actuada.

P: En la primavera de 1991 el American Repertory Theatre in Massachusetts representó su pieza “Steel” [Acero], la primera vez en su historia que estrenaban una obra de un dramaturgo negro. Yo sé que usted prefiere ser calificado como un dramaturgo de la India Occidental en vez de dramaturgo negro. ¿Por qué esta preferencia?

R: Porque sería caer en la trampa que te tiende Norteamérica. No me interesa si es el primer drama de un dramaturgo negro. Lo que quiero saber es si es un buen drama o no. Y no lo fue. Eso es lo principal. Ahí tienes el primer gran fracaso de un dramaturgo negro. Estoy trabajando en la obra y la quiero convertir en lo que debería ser. Pero todas estas definiciones que se hacen en este país simplemente irritan a un indio-occidental. Es insultante. Si alguien piensa que es un logro el tener una pieza en el ART, entonces algo anda mal con esa persona o esa cultura que piensa que te va a congratular con algo que aparenta ser normal para un escritor blanco. Eso es ejercer de protector.

P: ¿Cuán importante es para usted que sus piezas se representen en Broadway, logrando igual reconocimiento que su poesía?

R: Nada. No estoy interesado en Broadway. No estoy interesado en la particularidad del teatro americano. Mi primera responsabilidad es si el drama resulta verdadero para la audiencia caribeña. Esa es mi única responsabilidad. Si sucede algo además de eso, es sólo una consecuencia del intento de hacerlo bien en primer lugar. “Steel” debe estar bien para Trinidad. Si es un mega-hit en Broadway y un fracaso en Trinidad, eso sí sería estúpido.

P: ¿A qué aspira ahora?

R: Tengo todavía mucho trabajo que hacer. El premio Nobel no te hace mejor y no detiene tu obra. Tengo un libro de ensayos y unos cuantos dramas en los que estoy trabajando.

(Traducción de León Félix Batista)
New York Newsday, Noviembre 18, 1992

domingo, 17 de marzo de 2013

¿QUÉ LEER? Caducidad (reseña)




Ibeth Guzmán
ibethguzman@gmail.com
http://www.listin.com.do/ventana/2013/3/15/269688/Caducidad

Hace poco tiempo que León Félix Batista dio a sus lectores la sorpresa de su nuevo libro, “Caducidad”. Este título permite un número ilimitado de inferencias, lo que obliga al lector a involucrarse de inmediato en una lectura intuitiva llena de curiosidad. Conforme esta búsqueda por el sentido avanza, se va tramando una suerte de trampa de la cual ya no se puede escapar. Pues los sentidos se van empapando de todo el espectro de situaciones confusas que van aconteciendo a un sujeto que no conocemos y al que solo atisbamos a adivinar en la significativa conjugación verbal de la primera persona. Esa inmersión lleva luego a diluir la frontera entre ese personaje y nosotros. Pues llega un momento en que la percepción se vuelve más nuestra que suya.

En cuanto a la forma, “Caducidad” es un libro que no se deslinda en los límites de la prosa poética ni en la lanza de un verso cortante. Es un constante caminar entre la catarsis de un yo tambaleante por la humareda de un lado de la modernidad que asquea y aturde. Una pestilencia que ata a los seres humanos hasta su inmundicia más elemental.

Ya en las postrimerías del libro se va orquestando una lección, una que se erige como una experiencia de vida en el personaje. Con este detalle la obra asume unos aromas que lo novelan, que lo colocan justo al borde de una narración. Pero no le suceden a este giro dos páginas para que el lector vuelva a navegar en los mares de un lirismo que lo absorbe y asimila.

Al oído, “Caducidad” resuena como río caudaloso empedrado con láminas de hierro. Una musicalidad estruendosa, que conduce el poema por los nichos de voces de antaño. Un recuento se sentidos que se unen y separan en las comparaciones más disímiles, en las metáforas más mórbidas.

El estilo de Félix Batista mantiene una doble coherencia. La histórica, que lo ha definido desde sus primeras producciones, y la teórica, perteneciente siempre a la corriente neobarroca hispanoamericana. Esta fidelidad conceptual hace que se pueda establecer una intertextualidad entre los propios textos del autor, hallando así una línea evolutiva en las producciones del autor.

Para comprender este libro es necesario ver la libertad como la plantea el poeta. Ser libre es expresar con todas las herramientas que posee el discurso aquello que atormenta una mente creativa. Aunque para ello es necesario camuflar el sentido con una dosis de humo que entretenga un poco para que la diana no estropee sus sentidos.

lunes, 11 de marzo de 2013

DOS POEMAS DE RICHARD KENNEY (New York, 1948)



Traducciones de León Félix Batista

HORAS (fragmento)


Comenzar esta historia una vez más, detrás del
mirador de cristal fino: otro niño nonato
y en crecimiento, manzanas rebosando arcones
detrás de la fábrica de sidra de Augusto, todas regadas
y oprimidas hasta pulpa, pronto, bajo el inmenso
roble viga derribada, como noche en día –en luna,
en sol... y así las estaciones en su reja
parecen ataviadas para esto. La presión ha vuelto un siglo,
o casi, aquí. Y casi al alba: el cinturón
de la eclíptica solar apretándose en el mediodía,
y anocheciendo al alba; en tanto aquí, adentro, la misma
suave luz estirará el cristal, comprimido en el calado
del marco, donde la vida empieza, de nuevo,
seminal: el punto de sangre en su infrarrojo–

La brasa brilla
finalmente roja
es epicentro
de la rosa

Génesis, entonces: una yema diminuta de flama
colorada, girando lisa, y quieta, cortada en claro, recompuesta
para formar la estancia –para formar el mundo– en que toda
luz se expande en el alba de este modo: punto rojo en remolino
alrededor del alto humero de piedra, para llenar
el ojo y llenar la mente y el montón de guijas del pozo
de los cielos con luz roja congelándose en azul... de nuevo
el tropo. Y he aquí la mancha de cristal, un filtro
del mundo del afuera (del que cada campo es un campo
de visión), donde los pájaros se elevan por un cielo
de cobalto, y las flores perforan la nieve, y tierra
franca en su pantalla en blanco –una chispa que es sentir
un aliento de aire en la agitación de fuelles negros expandiéndose–
empieza a fluctuar, parpadean luces verdes como de estroboscopio–

Recomenzar, mudado de la Naturaleza aún más lejos.
Digamos que este campo transmutante salpicado de rojo es la misma
descarga retinal, las varillas y los conos se reajustan cada día,
como arena que retorna a su cristal volcado, y noche, tinta
negra, que regresa a su pluma. Navegamos las estrellas distantes
de este modo, a través de telescopios, que vuelven el túnel
de visión así, de este a oeste, encienden
cada aurora, y vuelven la luz diurna hacia el descanso.
Tratamos de tomar nuestras medidas, con cuadrados tragaluces
contra su alféizar, metálicos rasguños en la muñeca...
el tiempo fluye en un sentido, se dice, y aún así los extraños
mecanismos de la mente detienen de algún modo
su línea indesmayable –así se apagan las estrellas, y vuelve
la luz de relicario, para adornar su almagesto laqueado–

El polen cierne
piedra arenisca
es el palíndromo
del brandy snifter

El tiempo fluye en un sentido, se dice, así un anochecer
de invierno inerte como el cuarzo devendrá en un cuarto rosa
pronto. ¿Quién sabe cómo los campos transmutantes
cambiarán tras las hileras de pupilas
o regresarán al verde? Yo no. Inerte y oportuno
he observado la pantalla, tomado vistas. He enumerado
en línea astros a distancia, he flojado heridas leves hacia atrás
en la memoria y en la noche –una narración
de especie. Si algunos de estos astros caen muertos
a lo largo de las curvaturas perforadas del espacio interno
o tiempo ahora –la cenicienta red de la cabeza–
dentro de esta bahía, vivaces permanecen. Innatos
o no, principios en un hilo trenzado están
en todas partes, y anticipan todas partes–

INERCIA

Equinoccio otra vez. Me siento
en paz, con whiskey, en el portal–
y anochecer, igual, opuesto–
y pondero avestruces que, extendidas
por la tierra, emplumadas como este huerto
es, han vestido el casco
planetario, como un tazón, al
revés. Así mareando. Yo querría
entender el calendario
que me vuelve también, como ciego, como ciego–
¡A qué reposo seguimos renunciando!
Ahora los manzanos son linternas de papel
iluminadas por el sol detrás
suyo. Pronto, invierno. Se laceran. Algunos
de ellos, desgarrados, revelan la misma
mecha, antes que muera. Unos pocos agotaron
abejas levantadas de las luces del portal, doblaron
una eclíptica aturdida. Ellos andan
un poco sobre el cemento frío;
sin duda morirán por la mañana.
Para la primavera la luz quemada del fanal
aluzará de nuevo, y los árboles mejorarán,
como retoñan los huertos otra vez–
Orillé las abejas cuando entraba.
Yo circulo también, ves; cabalgaré
la curva tenue generada aquí
hasta el mismo fin –hasta la cama,
donde el aliento faltará para cerrar la esfera
de lo oscuro-a-claro alrededor de mi cabeza–
Quietud, quietud, dirás, las más ásperas leyes
de la marcha, del amor, nunca pueden gobernar
nuestra emoción. Pérdida a pérdida
el amor se conserva –su bello nonio
está a tu alcance. Siento que se fija
su consuelo aquí; tus brazos, por turno,
me rodean, para inmovilidad, casi,
por un rato, el anochecer aturbantó
con vuelta y vuelta...un solsticio vernal
en el alma. Y entonces otra vez el virar–



Richard Kenney ha publicado tres libros de poesía: La evolución del pájaro sin vuelo (Yale University Press, 1984), Orrery (Atheneum, 1985) y La invención del cero (Knopf, 1993), ninguno traducido al español. Ha recibido becas de la fundaciones Guggenheim y MacArthur. Ganó los premios Rome en Literatura y el Lannan Literary Award. Enseña en la Universidad de Washington en Seattle.

sábado, 23 de febrero de 2013

CHARLES SIMIC: LA ANARQUÍA CONTROLADA



Nota y traducción de León Félix Batista

EL PUBIS DE EUPHEMIA GRAY
Para John Yau

En cuanto a mí, Señor Ruskin, los prefiero con pelos abundantes. Me recuerdo enjabonado, en el mar y a lo oscuro, la entrepierna de cierta Señorita L., mientras ella a su vez me enjabonaba. El agua estaba fría, mas nosotros hervíamos. Nuestros besos hicieron apurar la noche, y el sol se retardó en salir.
Ninfas de mármol en el parque, rodeadas de carteristas, ¡qué tristes se ven siempre! Depón tu arco y flechas, Dafne, y ásanos salchichas en la estufa. Tu culo está desnudo, tu cabello en animal descompostura. Los chirridos de los viejos resortes de la cama alcanzan al museo en la otra calle.
Los visitantes no saben qué hacer con él. Hay alguno gimiendo mientras otro susurra obscenidades alrededor de la Madonna púber. Ellos fingen no escuchar, se detienen a verla y admirarla brevemente, para luego deambular, como el pez en la pileta que esta noche cenaremos.


Euphemia Gray's Pubis
For John Yau

As for me, I like them with plenty of hair, Mr. Ruskin. I remember soaping the crotch of a certain Miss L. in the sea at dusk, while she soaped mine. The water was cold, but we were burning. Our kisses made the night hurry, the sun take its time setting.
Marble nymphs in the park surrounded by purse snatchers, how sad they always seem! Lay down your bow and arrows, Daphne, and grill us some sausages on the stove. Your ass is bare, your hair is in wild disarray. The sound of our antique bedsprings reaches to the museum across the street.
The visitors don't know what to make of it. Someone is moaning, someone is whispering obscenities around the child Madonna. They pretend not to hear, they stop to view and admire her briefly, and then stroll on, like fish in a fishtank we'll be having for late dinner tonight.

LA ANARQUIA CONTROLADA

Charles Simic nació en Belgrado, Yugoslavia, en 1938. La niñez vivida en plena Segunda Guerra Mundial marcaría su visión de la existencia para siempre. Después vendría la partida hacia Estados Unidos (en 1954), estudios en Chicago y largas tardes en la Biblioteca de Nueva York, leyendo páginas y páginas de antropología y folklore, procurando introducir una conciencia mítica en su poesía (para terminar creando sus propios mitos de las cosas comunes y cotidianas: salones de baile, los dedos de una mano, el polvo sobre un piano).

Fue una noche de esas, en la isla de Manhattan y específicamente en el salón oscuro de un night club que Charles recibió sus iluminaciones de manos del saxofón tenor del inefable negro Sonny Rollins: quedó maravillado de encontrar tan claramente establecido en las melodías de jazz aquello que él, tan afanosamente, buscaba fijar en su poesía. “La lección que aprendí fue –diría luego-: cultiva la anarquía controlada”. Así fue como Thelonius Monk o “Bird” resultaron ser mejores modelos de artistas para él que la mayor parte de los poetas.

Desmantelar el silencio –parafraseando uno de sus títulos– es una posible definición del hacer de su sensibilidad. Recuerda en un escrito de carácter autobiográfico sus noches de infancia en Europa del Este atento a la radio todo el tiempo, ésta casi inaudible en sus notas de guerra y en claves morse. Escuchando el silencio, dice, él puede acercarse más a la verdadera esencia de las cosas. Para plasmar esta idea elabora un estilo que combina la fascinación surrealista con recurrentes arquetipos y el interés imaginista, para alcanzar una observación precisa de las cosas. De ahí que sus “object poems” (sobre una cárcel, un delantal, una escoba) estén entre los más celebrados por el público y la crítica. Ello explica, además, su interés en el artista de la plástica Joseph Cornell, sobre cuyo imaginario escribió el opúsculo “Alquimia de baratijas” (publicado por la UNAM en México como “Alquimia de tendajón” en 2006).

Sin embargo, su superrealidad es bastante figurativa y reposa en el lenguaje de lo maravilloso y de la desnudez emocional, de ahí que se le asocie con la espontaneidad que los primeros surrealistas, como Breton y Robert Desnos, forjaron en sus experimentos de escritura automática. Su poética es la del gesto surreal torcido, la imagen lúcida y alucinatoria y el lenguaje que éste envuelve, con su inclinado y abrupto movimiento de percepción a percepción. Aparte, adapta la elevada retórica que nos alienta a convertir en fetiches el amor, el miedo, la devoción, la aflicción: la mitologización del yo y las obsesiones con la soledad y el aislamiento.
Simic se pregunta por qué las personas han de tener el monopolio de las vidas y describe con especial reverencia lo feo e ignominioso. Ciertamente que este acercamiento a los objetos, con su carga de mortalidad, le sirve para crear mundos y después desmantelarlos en el silencio y la invisibilidad. Una vez que Simic descubre la versatilidad que le provee la forma híbrida de la poesía en prosa, escribe su excelente y aplaudido libro The World Doesn’t End (1989, traducido por Jordi Doce como “El mundo no se acaba” y publicado por Vaso Roto este año; existe otra traducción, por Mario Lucarda, en DVD, 1999).

El tercero de sus textos, “Desmantelando el silencio” (1971, traducido al español por Jordi Doce como "Desmontando el silencio", Lucena, 2004), desató una serie de becas y premios (becas Guggenheim, National Endowment for the Arts, MacArthur Foundation; premios Poe, Academia de las Letras y el PEN para traducción, hasta llegar al Pulitzer en 1990 por el ya mencionado poemario en prosa “El mundo no se acaba” ) que lo ubicaron como uno de los grandes poetas norteamericanos de la actualidad. En 1996 fue finalista del National Book Award en poesía por Walking the Black Cat y en 1995 electo a la Academia Americana de Poetas.

Sus influencias han sido localizadas en Vachel Lindsay, Hart Crane, Carl Sandburg y Theodore Roethke, además del yugoslavo Vasko Popa, a quien tradujo. En el terreno de sus contemporáneos se le vincula a James Tate, Nathaniel Tarn y Philip Lamantia como continuadores con él de cierta subterránea corriente surrealista (también presente en John Ashbery) y a Andre Codrescu, quien emigró también desde Europa del Este y se afinca como escritor singularísimo de la lengua inglesa. Igualmente, se considera que el género blues, con su inventiva verbal, erotismo y sentido trágico de la vida ha influido en sus textos. Simic se ha descrito a sí mismo como un realista-surrealista, colocado entre dos vías de visión.

Otros libros suyos son Blanca (1972-80), Biografía y Lamento (1976), Austeridades (1982), Pronósticos del Clima para Utopía y Vecindades: Poesía 1967-1982 y Libro de Dioses y Diablos (1990), ninguno, que sepamos, traducido al español. En nuestro idioma se han publicado también una breve selección en Pequeña Venecia, Venezuela, 1999: “El pollo sin cabeza”, traducción de Juan Carlos Galeano; "La voz a las tres de la madrugada", DVD, 2009, traducción de Martín López-Vega y su libro de memorias "Una mosca en la sopa", Vaso Roto, 2010, traducción de Jaime Blasco.




miércoles, 9 de enero de 2013

Delirio de un profundo saber erotizado


Eduardo Gautreau de Windt

El que escribe así es un apasionado
que cree ciegamente en el futuro
de sus mensajes secretos.
ARS


Nunca se puede establecer las verdaderas razones por las cuales quien escribe lo hace. Independientemente de la necesidad interna que se tenga de comunicar algo, siendo portavoz del resto de nuestros congéneres de ideas, planteamientos, conceptos, opiniones, etc., que puedan servir para la edificación o para la evasión de la dura realidad en que vivimos, indudablemente que existe en el ejercicio escritural una razón lúdica del propio escritor que conlleva, a veces, a que la obra misma provenga de un ejercicio de placer en sí del escribir, fruto de escarceos profundos del pensamiento y la memoria, al jugar con su realidad ficcionando, al acudir a su imaginación. Esto último, es lo que precisamente le da origen a la obra literaria y la hace arte. Arte que tiene mayor valor cuanto más conmueva y estimule al pensamiento y la conciencia del lector. Por eso es que, al estar frente a la obra literaria, el buen lector no puede evitar preguntarse los motivos internos que tuvo el autor para escribir dicha obra; hurgar intentando descifrar el simbolismo del que echó mano el yo de éste para crearla. Simbolismo que es mucho más intrincado si se trata de una obra poética. Todo esto es parte de la interacción obligada a que nos convoca una obra de arte. Y cuanto más la obra en cuestión nos toque y/o nos conmueva mayor cuestionamientos nos provocará sobre sí.

A mi juicio, “Delirium semen” es fruto de un profundo ejercicio lúdico escritural con hondos escarceos del pensamiento y la memoria de su autor, León Félix Batista. Con un buen manejo del idioma él arma su vocabulario erótico en base a textos escuetos, de estilo rebuscado y a veces con cierta altanería literaria, en la que cada palabra, cargada de gran simbolismo para sí mismo, es pretexto para una pequeña creación. Cada palabra es un pretexto para un texto.

En “Delirium semen” Batista, con un lenguaje intrincado y laberíntico nos muestra su gran erudición por los ejercicios cognoscitivos profundos que realiza con ideas y conceptos que, para mí, a veces sorprenden al lector. Y en esa capacidad de sorprendernos, moviéndonos al profundo pensar, a través del análisis de cada texto, es que el autor de manera críptica e intrincada, se solaza y hasta se regodea, al obligarnos, como lectores, a pretender desentrañar el mensaje más allá del texto, o sea, lo que realmente nos quiere transmitir en sus mensajes. Esta sublimación del autor en llevarnos más allá del texto mismo, con maestría, parece provocarle cierto placer y yo la capto como una sana altanería de su yo poético. Para cerrar con este planteamiento acudo a lo expresado, por Hernán Bravo Valera, en el prólogo de la obra: “Hay dominio en el que el placer del texto y la oda a la alegría se funden indisolublemente, es la escritura, y ello las hace comparables. Pues el deseo textual es un hambre interior, y en muchos aspectos se parece a una repulsión canibalesca. El regusto violento a carne propia, su dolor, los humores blancos y negros que retiene, posee un tono claramente autófago.”

Con una magnífica presentación, por su portada y edición, la obra nos convoca a leerla. El título, sugestivo por demás, nos abre el apetito hacia lo prohibido: “Delirium semen”. El primer morfema, escrito ex profeso en su forma original, latín, delirium, en su correspondencia en castellano, delirio, según lo expresado por el diccionario de la Real Academia española de la lengua (DRAE) en su 22ª edición en línea, no es más que: 1. m. Acción y efecto de delirar. 2. m. Despropósito, disparate. 3. m. Psicol. Confusión mental caracterizada por alucinaciones, reiteración de pensamientos absurdos e incoherencia. Y el segundo morfema del título, con su total correspondencia del latín al español: semen, no es necesario explicarlo, su significado es claro y contundente y su carga en el simbolismo del imaginario erótico universal también. Por lo tanto, al unir ambos morfemas establecemos claramente que el título está consignado totalmente en latín, cosa esta que aumenta el simbolismo críptico y la carga de erudición de la obra. Esto me retrotrae, obligatoriamente a la locución latina: Quidquid latine dictum sit altum videtur, que significa: “Cualquier cosa dicha en latín, suena profunda."
“Vocabulario erótico”, como sub-título descriptivo y aclaratorio, por estar entre paréntesis y resguardado en el interior de la obra, nos concita mucho más a lo prohibido, a lo oculto y deseado ancestralmente, desde que el mundo es mundo. Ahora bien, ¿qué es un vocabulario? ¿Para qué sirve? Volviendo de nuevo al citado DRAE, encontramos que: vocabulario, (Del lat. vocabŭlum, vocablo), tiene siete acepciones, de las cuales, a conveniencia, sólo citaré seis: 1. m. Conjunto de palabras de un idioma. 2. m. diccionario (libro). 3. m. Conjunto de palabras de un idioma pertenecientes al uso de una región, a una actividad determinada, a un campo semántico dado, etc. Vocabulario andaluz, jurídico, técnico, de la caza, de la afectividad. 4. m. Libro en que se contienen. 5. m. Catálogo o lista de palabras, ordenadas con arreglo a un sistema, y con definiciones o explicaciones sucintas. 6. m. Conjunto de palabras que usa o conoce alguien. Dejando, a propósito, para luego la respuesta a la segunda pregunta formulada, continuaré analizando el concepto erótico. Y para ello, me voy a permitir transcribir lo ya expresado por mí, en un escrito anterior titulado: “Erotismo y misticismo en la creación poética”, en el cual al abordar el concepto de erotismo, expresé: “Si el Eros es la base del placer sensual y también impulsa la curiosidad del saber, el anhelo de superación y del deseo de vivir, como ya citamos; y que “despierta a través del placer de los sentidos (Vista, oído, tacto y olfato), dando lugar a la sensación que generan las delicias sensuales, que se intensifica con el placer carnal y el posterior advenimiento del amor, ampliemos su significado para entenderlo mejor aplicado a la poesía. En el pensamiento griego parece haber dos aspectos en la concepción de Eros. En el primero es una deidad primordial que encarna no solo la fuerza del amor erótico sino también el impulso creativo de la siempre floreciente naturaleza, la Luz primigenia que es responsable de la creación y el orden de todas las cosas en el cosmos. En la Teogonía de Hesíodo, el más famoso de los mitos de creación griegos, Eros surgió tras el Caos primordial junto con Gea, la Tierra, y Tártaro, el Inframundo. De acuerdo con la obra de Aristófanes “Las aves”, Eros brotó de un huevo puesto por la Noche (Nix), quien lo había concebido con la Oscuridad (Érebo). En los misterios eleusinos era adorado como Protógono, el ‘primero en nacer’.

Posteriormente aparece la versión alternativa que hacía a Eros hijo de Afrodita con Ares (más comúnmente), Hermes o Hefesto, o de Poros y Penia, o a veces de Iris y Céfiro. Este Eros era un ayudante de Afrodita, que dirigía la fuerza primordial del amor y la llevaba a los mortales. En algunas versiones tenía dos hermanos llamados Anteros, la personificación del amor correspondido, e Hímero, la del deseo sexual.
En lo anterior expuesto ex-profeso coloqué en cursivas, y en negritas impulso creativo, y sólo en cursivas Luz primigenia que es responsable de la creación, y más adelante fuerza primordial del amor y deseo sexual, respectivamente, pues estos son los significados que me interesa retomar para continuar. Consideremos a Eros como: El impulso y luz primigenia responsable de la creación con la fuerza primordial del amor y el deseo sexual. Entonces, si tomamos la etimología de la palabra poesía: Poesis, o poyesis, que significa Creación, y lo aunamos con lo anterior establecido sobre eros, podemos establecer una interconexión clara y directa entre la poesía, estética hecha de palabras, y lo erótico, en el humano. Planteado mejor, que la pasión estética y la pasión erótica, están íntimamente ligadas entre sí. Sólo basta recurrir a un grande entre los grandes, Octavio Paz, quien en “La llama doble” nos regala una emotiva reflexión sobre la identidad entre la poesía y el erotismo. Cito: “La relación entre erotismo y poesía es tal que puede decirse, sin afectación, que el primero es una poética corporal y la segunda es una erótica verbal. Ambos están constituidos por una oposición complementaria. El lenguaje –sonido que emite sentidos, trazo material que denota ideas incorpóreas– es capaz de dar nombre a lo más fugitivo y evanescente: la sensación; a su vez, el erotismo no es mera sexualidad animal: es ceremonia, representación. El erotismo es sexualidad transfigurada: metáfora”.

Luego de esta amplia y útil cita, retomando algo de todo lo anteriormente planteado sobre “Delirium semen”, la obra es fruto de un profundo ejercicio lúdico escritural con hondos escarceos del pensamiento y la memoria de su autor, donde cada palabra es un pretexto para un texto estético, en el que el autor delira alucinando, a través de su saber con un conjunto de palabras que usa y conoce en su imaginario personal con gran significación erótica; siendo lo último, o sea lo erótico, en ambas vertientes ya expresadas, lo sensual propiamente dicho, con toda su carga carnal, sexual, y lo del saber cognoscitivo, que también provoca amplio placer, hasta el posible estado del delirio. Planteado esto, es ahora fácil contestar la pregunta pendiente: ¿para qué le sirve al autor la elaboración de este vocabulario erótico?
Esta obra es, a mi parecer, un arsenal erótico personal de palabras, al azar o escogidas cuidadosamente, desde la profunda memoria vivencial de Batista, que pasaron al yo poético del autor. Tal vez evocaciones adolescentes de algunos episodios personales imborrables. Por eso, cada palabra contiene una carga erótica muy específica pero difusa en el concierto universal de lo carnal. Algunos podrían ser poseedoras de un simple simbolismo erótico y otras, por demás, constituir la representación lingüística de un verdadero fetiche personal. Digo esto al captar cierto gusto y regusto por ciertas palabras, que carentes de un claro simbolismo erótico, parecen significar mucho para el desarrollo del texto. En cambio, llama la atención la ausencia de palabras con mucha mayor carga erótica universal frente a las otras, las que no evocan fácilmente lo erótico a los demás mortales.

Verbigracia, están ausentes: clítoris, pene, vulva, glande, vagina, orgasmo, lengua, fantasías, para citar sólo algunas de las palabras eróticas emblemáticas, quizás de todos los tiempos y, por último, la inexplicable gran ausente: semen. Con la correspondiente consignación de términos que, al menos de manera general, no guardan relación alguna con lo sexual propiamente dicho. Pero bien sabido es, que lo erótico es una experiencia vivencial personal muy subjetiva para cada quien. Que al ser la corteza cerebral el órgano sexual por excelencia, donde radica toda la parte etérea de lo que representa para el humano el sexo y, este último, estar construido sobre un simbolismo intrincado y hasta críptico en algunos, el vocabulario erótico de cada quien variará considerablemente acorde a su código de valores, a su manera de enfocar la experiencia erótica y a sus propias vivencias anteriores.

En el transcurso del análisis de esta obra tuve el placer de degustar “Los demonios de la lengua” Una historia secreta sobre las tentaciones, de Alberto Ruy Sánchez. Y por gracia de la magia de la literatura, en dicha obra encontré pequeños tópicos que me son útiles para desentrañar los misterios de la obra que nos ocupa ahora. La frase usada por mí como epígrafe de este escrito, que reza: “El que escribe así es un apasionado que cree ciegamente en el futuro de sus mensajes secretos” me dio la clave para entender a fondo que León Félix Batista es un apasionado de sus mensajes secretos eróticos, provenientes “vehemente y delirantemente de su ánima, en forma de deseos. Y esto gracia a que sus sentidos se han agudizado haciéndose más sensibles a las formas y a las voces de las cosas inevitables de la carne”. De ahí que, el eros del autor lo compele a expresarse sobre el placer y el conocimiento del placer mismo; y esto le cause tanto placer asimismo al “eyacular el semen” de sus conocimientos. ¿Por qué lo planteo así? Si cada obra literaria pretende “diseminar” (Del lat. dissemināre) en los lectores lo que un autor desea, el hecho de escribir no es más, de un modo, que sembrar las semillas cognoscitivas del árbol fecundo de la mente de un escritor a la tierra fértil de los que le leen; expresado ahora con menor carga erótica que como lo resumí anteriormente.

Ahora bien adentrándonos más en los detalles de la obra, ella está compuesta por 124 vocablos, agrupados en orden alfabético, como corresponde a un Vocabulario, pero en vez de ser: un “catálogo o lista de palabras, ordenadas con arreglo a un sistema, y con definiciones o explicaciones sucintas” cada una de ella es el pretexto para un texto discursivo, de profunda intención lúdica, en la que el autor vaga y divaga, ficcionando, con un lenguaje muy simbólico y laberíntico, a veces, incluso con poca significación lírica, pero con hondo grado de sapiencia. Es más, a veces, hasta con un dejo de alta filosofía. Los discursos ocasionalmente hasta coligen con la razón e hincan la consciencia y el inconsciente, en una forma literaria de delirar (Delirio: despropósito, disparate); pero en ficción lírica. Y ¿qué es el ficcionar poético o narrativo? No es acaso una forma artística de “Confusión mental caracterizada por alucinaciones, reiteración de pensamientos absurdos e incoherencia”. ¿Hasta dónde toda obra literaria no es un delirium en sí misma? Esto, sabemos que es salvado por la “verosimilitud” a que nos lleve la obra y la maestría con que un autor nos presente su decir. Y por último, recordar que en toda creación artística lo que debe primar, para que esta lo sea, es la estética con que nos sirvan el plato a degustar.

De las 124 palabras o vocablos, haciendo un análisis de su significado erótico, a priori, solo consideramos que 41 tienen en sí un variable grado de connotación erótica, sensual o sexual determinada. Subclasificadas, por mí, en 3 grupos:
a) directamente eróticas o de alta carga por la palabra en sí como lo son: anal, condón, desnudo, orgía, pezones, tetas, travestido, vibrador y XXX, que aunque no es una palabra, ni siglas, pueden considerarse un morfema con sentido universal conocido.
b) indirectamente eróticas, por poseer en sí mismas un débil sentido sensual, pero que por su aplicación y socorrido uso, actualmente, nos evoca o retrotrae dicha sensación. En este grupo, identificamos: Axilas, braguitas, colegialas, coqueta, húmedo, indecente, labial, lencería, lúbrico, sostenes, varonil, velluda y zorra.
c) Subjetivas: a diferencia de las anteriores, estas palabras no contienen en sí mismas una significación erótica pero, es entendible que de acuerdo a su contexto y aplicación puede evocarnos dicho efecto. Verbigracia: (en) cuatro, cuero, dedo, doméstica, faldas, gemelas, institutriz, jovencita, leche, Lolita, maestra, marimacho, morena, muñeca, nailon, quinceañera, trigo, zapatillas y zurra.

A partir de este grupo de palabras, las restantes no contienen ningún significado erótico particular en el habla general convencional. Los morfemas se pierden en el vocabulario de uso especial o muy particular y general de un hablante específico. Aquí debemos de consignar palabras tan comunes como: adorable, afeitado, amateur, angelical, aprendiz, bailarina, bizarro, brutal, cocina, doloroso, dormida, dulce, ébano, esclava, estudiante, exhibición, extremo, parcial, flaquita, frenillo, fumando, gimnasia, gira, glamorosa, gorda, grupo, huerto, inflable, inmaculada, jardín, jugoso, juguete, kermés, quimono, etc.

En este gran grupo es que realmente funciona, a todo vapor, el imaginario personal y evocativo del autor, al usar estas palabras como pretexto para un texto erótico, en algunos casos muy bien logrados, en otros eróticamente intrincados y no fácilmente entendibles o justificados. Por ejemplo, el muy conocido y usado vocablo “silla” le sirve para desarrollar un texto de fina lírica y laberíntico significado que nos sintoniza fácilmente con el tono erótico que el autor expresa; en el otro lado del péndulo podemos citar el término “natural”, que es usado para un texto de difícil comprensión erótica.

Pero en fin, debemos dejar al grueso de los lectores en la posibilidad de conectarse con el hilo erótico del autor, al coincidir con las evocaciones personales de cada quien, en esa interacción ya citada que se da entre escritor y lector, para que cada uno viva su experiencia erótica a través de la lectura de los textos. Dicha experiencia cobraría mayor valor, dado el carácter personal de la lectura y la capacidad del arte para mover emociones y sentimientos al conectar el alma del creador, implícitamente involucrada en la obra, con el alma de cada lector que a cabalidad disfrute de la obra. En este rejuego interactúan las experiencias y la memoria evocativa particular en el renglón que nos ocupa, y dado el carácter subjetivo y personal del erotismo, las posibilidades son un paréntesis abierto al infinito.

Para finalizar, quiero reforzar el rol de la memoria evocativa del autor y el vuelco de sus experiencias personales, como banco de datos al que le echó mano para construir la obra, ya que, al interior de los textos, encontramos frecuentes referencias a canciones, películas, imágenes fotográficas y pictóricas, que él yo poético de León Félix Batista trasvasa a imágenes poéticas, con carga lírica y/o erótica, con gran acierto. Claro está, también tengo que consignar que el flujo poético no es constante, pasando a veces a textos de predominio descriptivo o narrativo con un fuerte carácter conceptual. La rima no fue objetivo del autor y el ritmo, dentro de las composiciones poéticas, es muy fluctuante. Y por último, es agradable destacar que el predominio evocativo que nos concita y nos provoca a lo erótico jamás cae en lo vulgar, aún en palabras que por su significado conllevarían fácilmente a dicha caída. No se encuentra una palabra descompuesta o repulsiva, que provoque o conlleve al rechazo de algún texto. León Félix Batista, con su rebuscado e intrincado lenguaje poético, nos regala este delirante vocabulario erótico construido de manera elegante en lo escritural y con altura del pensamiento, para aguijonear el consciente y el inconsciente del lector, buscando provocar una experiencia estética que reta a la razón y a la intuición.

viernes, 4 de enero de 2013

La muerte es como una calle que, en un tramo determinado, se interrumpe: LORENZO GARCIA VEGA entrevistado


-¿De qué está hecha la playa Albina? ¿Cuál es su ubicación geográfica (o mental) exacta?

-De un ascetismo, de un ascetismo tanto más implacable, cuanto que se cofunde con el destino. Playa Albina es, en fin, lo que a uno no le queda más remedio. En este lugar, he tenido experiencias tan inolvidables como llegar a convertirme en mi heterónimo el doctor Fantasma, o sea convertirme en ese personaje que antes, siendo él funcionario estructuralista del CONICIT de Caracas, llegué a conocer (¿lo conocí o lo soñé?) en mis inolvidables años venezolanos. En este lugar, como sólo tuve, durante una prolongada temporada de experiencia etílica (temporada en la que escribí mis “Collages de un notario”), la posibilidad de dirigirme diariamente, tal como si se tratase de un peregrinaje, a un solar yermo donde habían botado un colchón viejo, llegué con ello a entrar en una especie de misticismo Pop donde, aunque careciendo de la más mínima habilidad manual, me llegué a convertir en un heterónimo Constructor de Cajitas. En este lugar, en fin, he terminado como tenía que terminar un hombre que toda su vida ha tenido el oficio de perder (sobre este oficio de perder, estoy escribiendo algo así, más o menos, como unas memorias): o sea, he terminado, a mis setenta años, en lo que esotéricamente el poeta venezolano Santos López ha calificado como una iniciación pero que manifiestamente sólo parece ser el ejercicio del oficio de bag boy, en un Publix de este arenal donde vivo.

Playa Albina, si quieres saber más, es también mi manera de ser cuban american. Pues tú y yo, mi querido amigo Batista, también somos minoría étnica, pero... Lo que pasa es que como no cultivamos el realismo editorial, no cobramos por eso.

Y, por último (¿pero por qué me enredo en decir esto que no va a ser entendido?), Playa Albina fue antes, como sueño, en Cuba, así como lo es ahora aquí, en La Florida, como realidad concreta (¿concreta?). Playa Albina, Miami, fue en los cubanos de mi generación (tanto los contras como los comunistas, nuestros comunistas, han sido siempre unos estalinistas consumistas) el modelo soñado para encarnar en nuestra desdichada isla. Pero no quiero seguir hablando de eso. No me interesa la política.

-Pienso que tus textos se explayan en una vitalidad extraordinaria, incluso en los pasajes pesimistas o de profundo cuestionamiento del sujeto poético, de su funcionalidad. Y pienso que eso se deja ver en el hecho de referirte con frecuencia a tu infancia en el Central Australia, o en tu auto-acusación de “padecer de inmadurez”.

-Me alegra que me digas eso, amigo León Félix, pues aquí en esta Playa Albina se está tan solo que hasta un amigo, aunque crea que uno es meritorio, puede pensar que lo que uno hace es como un buen jueguito de hábil fabricante de trucos, o como si uno se hubiera especializado, pero sin haber logrado triunfar en..., en diálisis, digamos. Es lamentable. Es lamentable que al convertirnos en fantasmas, o al entregarnos a la tarea de repetir y enumerar, de enumerar y repetir (“Todo texto es un catálogo”, decía Duchamp), no se sepa que uno está tratando de rescatar, a como pueda, una increíble, pero cierta, nevada que, precisamente en el Central Australia, se está seguro que se llegó a ver.

Y en cuanto a esa inmadurez en que tanto he insistido, sí quiero que se me vea en ella. Lo único que no me he permitido ni nunca me lo permitiré es ser oportuno. Por eso, después de mis Años de Orígenes, no quisiera volver a hablar sobre eso. No me gusta cobrar por lo que fui.

-¿La muerte?

-Me sospecho que en este oficio de bag boy, en esta iniciación de que habla el poeta Santos López, ya debe de estar su poquito de muerte. Me sospecho que hay algo así como una calle que, en un tramo determinado, se interrumpe, y está hablando.

-Al lector le parece evidente que, de la generación de Orígenes, la tuya es la poesía más fresca y atrevida. ¿Tiene que ver en esto el hecho de ser usted el benjamín de Orígenes?

-No, esto no tiene que ver con ninguna condición benjaminesca. Esto, más bien, tiene relación con una extraña raíz anacrónica. ¿Cómo explicarme? Yo tengo la costumbre decir las cosas así, sin explicarme, y a veces lo enredo todo. Pero voy a ver si aclaro lo que acabo de decir: se trata, lo confieso, que yo fui, en mi juventud, un curioso ejemplar de muchacho anacrónico enamorado de una vanguardia que tenía muy curiosos componentes: por una parte, esa vanguardia era como un telón de fondo, soñado, pero inexistente, de la década del 20 en que yo había nacido; y, por otra parte, esa vanguardia, extrañamente, estaba soñada como si Tom Mix, y los vaqueros que yo vi en las películas silentes de mi infancia, pudieran reducirse a la dimensión de unas figuras que se pudieran meter en unas cajitas semejantes a las que hacía Joseph Cornell.

-Háblame de ese constante rastreo de ti mismo, de esa lucidez y continua exploración del yo, de ese verse desde afuera de tus textos.

-Cumplo setenta años el mes que viene. Estoy ejerciendo, en un supermercado, el oficio de bag boy. Pero, ¡le juro que le digo la verdad!, antes de acabar mis días como bag boy, pasé varios años viviendo, quizá inútilmente. Leía a Krishnamurti, y diariamente iba, como en procesión, hacia un solar yermo donde estaba tirado un colchón. Soñé ese colchón, tirado en el solar yermo. ¿Era un solar yermo como perteneciente a una tierra baldía? No, era un solar yermo-solar yermo, no estaba haciendo literatura. Miraba al colchón y me planteaba asuntos como un cuadro que había pintado un loco. En ese cuadro había cuatro filas. En cada fila había cuatro casas iguales. El cuadro era amarillo.
Todo esto en la Playa Albina, por supuesto. Y como telón de fondo, por supuesto, la musiquita del carrito de helados del hombre de Nicaragua.

No sé cómo, en este mi oficio de perder, no me he acabado de joder. Pero no me jodí. Después mis años de peregrinación al lugar del colchón, me invitaron en Caracas a la Semana Internacional de la Poesía; y recibí una cartulina, en el supermercado donde trabajo, donde se hace constancia de mi alta calidad como bag boy.

-Hay la idea general de que, después de la Revolución, la literatura cubana más significativa se ha hecho en el exilio: Sarduy, Cabrera Infante, José Kozer... ¿Se trata de una falacia?

-Eso, como dice el Catecismo: “No me lo preguntéis a mí. Doctores tiene el Santo Madre Profesoral que os sabrán responder.” Eso sí, existe en este exilio poético y profesoral una especie de destierro que no entiendo muy bien. Se trata de unos nietos de Orígenes, sentimentales neobarrocos, que hablan de un paisaje donde hubo una fiesta innombrable. Es curioso, porque yo que viví durante los años de Orígenes, nunca vi nada de eso. La literatura, verdaderamente, puede conducir al delirio. Y es bueno que así sea. Pero lo malo es que el delirio se vaya a convertir en algo profesoral y reglamentado. Un delirante, bajo formalidades de tesis de grado, es demasiado.

-La pregunta inevitable: ¿cómo eran sus relaciones con Lezama, y cómo fueron hacia el final de su vida?

-Esta es la pregunta de los 64 millones. Ya hablé de eso en Los años de Orígenes y parece que tendría que seguir hablando. Pero ¿para qué? En Hispanoamérica no hay público lector, sino sólo profesores que leen por obligaciones de su cargo y escritores que leen a otros escritores. Pero lo malo, por supuesto, no es eso, lo malo es que aquí todo el mundo mira para el otro lado cuando se toca una estatua, o cuando se le tira un huevo a un bombín de mármol.

Además, a mí ya solo me gusta hablar sobre las cajitas, y hablar de cómo los textos se pueden reducir a cajitas. Repito, una vez más, que vivo en una Playa Albina, que descubrí a un doctor Fantasma, y que hasta, también, me he vuelto un fantasma. Aunque, ¡quién sabe! Como estoy escribiendo unas memorias, y las memorias tienen que ver con los testamentos, me considero que ya me acabé de morir, y vuelvo, desde el más allá, a hablar sobre Lezama. Pero no aseguro nada, los viejos, y mucho más los viejos que viven en una Playa Albina, dicen ya lo que les da la gana. De todas maneras, nadie se va enterar.



Esta entrevista a Lorenzo García Vega (1926-2012) fue realizada por
León Félix Batista (1964), publicada en el N° 20 de Realidad
aparte (verano 1998), revista de poesía que editan en Nueva York Gabriel Jaime Caro, Alonso Mejía y León Felipe Larrea y posteriormente por el Diario de Poesía, Buenos Aires. (foto con Lorenzo García Vega, Nueva York, 1998)