martes, 22 de diciembre de 2020

DESCARGAS GRATUITAS DE POESIA

DESCARGUE AQUÍ GRATUITAMENTE la colección completa “Poetas en Los Confines” de Ediciones Malpaso DIARIO EL HERALDO y del Festival Internacional de Poesía Los Confines . Son 45 plaquettes virtuales de poesía de 45 poetas de 36 países, traducidos de 16 idiomas al español. Agradecemos a Casasola Editores, Editorial Universitaria y la UPNFM por su apoyo en la publicación y difusión de estos cuadernos de poesía. 1. "Regreso del asombro" de Juan Manuel Roca. https://bit.ly/2H6FBsU 2. “Entre las manos” de Yolanda Castaño. https://cutt.ly/YolandaCastanoEH 3. “Tiempo de la noche” de Nataša Sardžoska Sarsowski. https://cutt.ly/NatashaSardzoskaEH 4. “Barro de mi propio barro” de Osvaldo Sauma. https://cutt.ly/OsvaldoSaumaEH 5. “Al final de la niebla” de Fabio Castillo. https://cutt.ly/FabioCastilloEH 6. “Metal de los adioses” de Alfonso Fajardo. https://cutt.ly/AlfonsoFajardoEH 7. “Una tierra de luz” de Keijiro Suga. https://cutt.ly/KeijiroSugaEH 8. “Así estamos hechos” de Sylvie Marie. https://cutt.ly/SylvieMarieEH 9. “En la noche hundida” de Samantha Barendson. https://cutt.ly/SamanthaBarendsonEH 10. “En la soledad del nuevo día” de Xavier Oquendo Troncoso. https://cutt.ly/XavierOquendoTroncosoEH 11. “Las piedras encendidas” de Ellen M. Taylor. https://cutt.ly/EllenMTaylorEH 12. “Conjura contra el sol” de Fabricio Estrada. https://cutt.ly/FabricioEstradaEH 13. “Devoción al caos” de Rommel Martínez https://cutt.ly/RommelMartinezEH 14. “Para saciar el miedo” de Yolany Martínez Hyde. https://cutt.ly/YolanyMartinezEH 15. “Contemplación de frío” de Martín Cálix. https://cutt.ly/MartinCalixEH 16. “Paisaje del caos” de Luis Filipe Sarmento. https://cutt.ly/LuisFilipeSarmentoEH 17. “Antes del final” de René Morales. https://cutt.ly/ReneMoralesEH 18. “Sobre un puñado de ceniza” de Alejandra Solórzano. https://cutt.ly/AlejandraSolorzanoEH 19. “Caminante de la noche” de Melissa Merlo. https://cutt.ly/MelissaMerloEH 20. “Cicatriz en la piel de marzo” de Marko Pogacar. https://cutt.ly/MarkoPogacarEH 21. “Bajo tierra” de Brane Mozetic. https://cutt.ly/BraneMozeticEH 22. “En voz baja” de Grazyna Wojcieszko. https://cutt.ly/GrazynaWojcieszkoEH 23. “El día olvidado” de Ahmed Al-Mulla. https://cutt.ly/AhmedAlMullaEH 24. “Otros tiempos” de Emilio Coco. https://cutt.ly/EmilioCocoEH 25. “Detrás de las ventanas” de Violette Abou Jalad. https://cutt.ly/VioletteAbouJaladEH 26. “Solo entonces” de Inger-Mari Aikio. https://cutt.ly/IngerMariAikioEH 27. “Íntimas estaciones” de Edda Armas. https://cutt.ly/EddaArmasEH 28. “Lugares inciertos” de Francesca Randazzo Eisemann. https://cutt.ly/FrancescaRandazzoEisemannEH 29. “El cielo comienza en las raíces” de Marisa Russo. https://cutt.ly/MarisaRussoEH 30. “La muerte abreva aquí” de Tudor Cretu. https://cutt.ly/TudorCretuEH 31. “El mundo entra en ti” de Milena Ercolani. https://cutt.ly/MilenaErcolaniEH 32. “No somos más que pájaros” de Silvia Goldman. https://cutt.ly/SilviaGoldmanEH 33. “Hacia la luz” de Gabriel Chávez Casazola. https://cutt.ly/GabrielChavezCasazolaEH 34. “En ningún lugar” de Héctor Hernández Montecinos. https://cutt.ly/HectorHMontecinosEH 35. “Herrumbre de los días” de Berman Bans. https://cutt.ly/BermanBansEH 36. “Pequeños milagros” de Claus Ankersen https://cutt.ly/ClausAnkersenEH 37. “Música Ósea” de León Félix Batista. https://cutt.ly/LeonFelixBatistaEH 38. “Habitar la luz” de Lucy Cristina Chau. https://cutt.ly/LucyCristinaChauEH 39. “Materia de la noche” de Kris Vallejo. https://cutt.ly/KrisVallejoEH 40. “Tristumbre” de Rafael Soler https://cutt.ly/RafaelSolerEH 41. “Un árbol invisible” de Francoise Roy. https://cutt.ly/FrancoiseRoyEH 42. “Frutos prohibidos” de Diana Araujo Pereira https://cutt.ly/DianaAraujoPereiraEH 43. “Otra piel” de Héctor Ñaupari. https://cutt.ly/HectorNaupariEH 44. “Delirio sin sentido” de Nigar Hasan-Zahed. https://cutt.ly/NigarHasanZadehEH 45. “Caudal del origen” de Luis Alberto Ambroggio. https://cutt.ly/LuisAmbroggioEH

EL PALACIO MAKANDAL DE MANUEL RUEDA

EL CANON ACCIDENTAL León Félix Batista EL PALACIO MAKANDAL DE MANUEL RUEDA Como en todo gran poema, hay por los menos tres entradas principales al constructo literario “Makandal”: se consigue entrar en él vinculándolo a los grandes relatos poéticos nativos; se pueden visitar sus verbalmente lujosas y múltiples habitaciones desde la perspectiva del discurrir poético del propio autor; o penetrar en él por vía de sus descendientes literarios. El Palacio Makandal, “nombre de lo escondido y lo innombrable”, posee por esta misma condición también muchas ventanas, varias puertas secundarias, sótano, zaguán, altillo, etc. Puede por tanto ser en principio analizado como discurso constructor del mito identitario nacional, con las metodologías de la Literatura Comparada y la Preceptiva Literaria, o desde la teoría poética de la Angustia de las Influencias , así como desde múltiples otras aristas no menos significativas que estos tres primario vestíbulos teóricos. La última de todas estas puertas abre también a las moradas en que residen los lenguajes de relevantes poetas contemporáneos, abre a la simiente lírica de Rueda. Una vez me referí con amplitud a ello, y lo repito aquí: Es precisamente el creador del pluralismo, Manuel Rueda, [dije entonces] el padre genitor por una vía u otra de los tres poetas dominicanos más importantes de la actualidad: Alexis Gómez Rosa, Cayo Claudio Espinal y José Enrique García. Gómez Rosa, lo mismo que dos o tres [otros poetas], contrajo el pluralismo (cuya inoculación –como por vía del zancudo– fue tan fugaz en la década citada [los 70] como en el panorama literario general, salvo, como se verá más adelante, en Cayo Claudio Espinal y desde éste a Noé Zayas y al novísimo Víctor Saldaña). Tales mudanzas las ejecutará Alexis Gómez Rosa a lo largo y ancho de su trayectoria literaria. Este curioso poeta proteico nos sirve de ejemplo en la diagnosis: ya antes había sido cantor contestatario; después trabajaría el haiku y el concretismo hasta parar a cierta especie de neo-postumismo de sus últimos libros, versión actualizada (en amalgama) del ideario criollizante, salvo que el sujeto, en este maremoto de la verbalidad, se ubica en tierra isleña y también allende sus acantilados, además de contener [y desbordar, diría hoy] una pinta de barroco y neón de la ciudad. Cayo Claudio Espinal (verdadero homo sintaxier, como quiso Mallarmé) también arranca de las aperturas pluralistas en su importante primer libro, Banquetes de aflicción, pero luego se convierte poco a poco en el teórico (y con la praxis, claro está) del Movimiento Contextualista: escritura “cuyo eje creativo central se mueve a través de géneros, artes y textualidades diversas”, según explica: afinidades manifiestas con la escritura plural. Su más reciente libro, La mampara (2002), es el texto más ambicioso jamás escrito, me atrevería a decir, en nuestra historia literaria, un verdadero acontecimiento de pulsión lingüístico-imaginativa: collage de contextos que incluye teatro, ciencia, ensayo sociológico, cómic, estadísticas, narración, fotografía, en sus 395 páginas. José Enrique García, por su parte, rescata la herencia del Manuel Rueda más sereno, dado menos a los quiebres del significante. Ese remanso que se empeña en decir, evocar y describir desemboca, sorprendido, en el relato. Si algo lo distancia de Gómez Rosa y Espinal es su rechazo al feísmo y a la experimentación: mas, si algo los vincula es un común interés por la épica (en Alexis la barrial, en Cayo Claudio la de los próceres y en José Enrique la del hombre común en contacto con el mundo natural); aunque, siendo preciso, la escritura de ninguno de los tres atenta contra el sentido. (León Félix Batista: Cebar a Can Cerbero [de la poesía dominicana actual] Revista Alforja #33, México, verano 2005) La segunda puerta da, directamente, a ver en este libro –el último que publicara Rueda– como el culmen de la obra de una existencia letrada, puesto que, tal y como señalara en su momento el crítico y narrador José Alcántara Almánzar “Las metamorfosis de Makandal representa la culminación de la carrera poética de Manuel Rueda, quien es el gran innovador de la lírica nacional, con una conciencia de modernidad que se manifiesta desde sus primeras obras.” (En la revista Ciencia y Sociedad, Volumen XXIII, Número 4, octubre-diciembre 1998) Otro batiente de esta puerta abre a una tentativa manifiesta: el mito Makandal cernido en el tamiz autobiográfico. Y es que, según declara José Rafael Lantigua, “El poeta no sabe cómo llegó Makandal a sus sueños, quién le inoculó su veneno, el torbellino de su nombre, quién le mostró en la duermevela de sus instintos y de sus querencias a ese ‘dios desnudo de los laberintos’, entre tías que acompañaban en Montecristi su infancia de mar y sal, y cerca de un Haití de donde provenía aquel ‘ángel del harapo’, que fue el dios de sus fantasías” Es decir que estamos frente a un libro supremamente íntimo en cuanto a visión del mundo, ideología y credo. De ahí que la figura legendaria del François Makandal viviente (esclavo, cimarrón, rebelado contra sus amos blancos y oficiante del vudú, según Moreau de Saint-Méry), sirva de pivote a Rueda tanto para recuperar el bucolismo de la infancia como para la provocación (al Poder político y a la agenda de ocultación racial en los discursos de fundación nacional) que en esencia constituye este poema. No es simplemente cifra y símbolo de la negritud negada y el soslayo de la haitianidad latente, sino también vehículo de apóstrofe y querella contra la codicia político-económica: baste recordar el gran desfile de ratas del Palacio Makandal: La rata nacional / de pie sobre su ratonera / la rata de bicornio / la rata tartamuda / la rata epiléptica / la rata ciega. ¿Qué podemos hacer, se pregunta el poeta, con tantas ratas de minucioso tránsito / por los pasillos del Palacio? Inventarse otro Palacio, pienso yo: un palacio de poesía edificado en un lenguaje desmitificador y lúcido, rebelde y cáustico. Pero al entrar por la primera y ancha puerta de los relatos poéticos nativos, encontraremos que Las metamorfosis de Makandal marcha a la par de otros poemas de altísimo nivel, como Hay un país en el mundo de Pedro Mir, Compadre Mon de Manuel del Cabral, o Yelidá de Tomás Hernández Franco, con el último de los cuales –tal y como se verá en este análisis y señalara José Rafael Lantigua, uno de sus primeros en recensionar el libro– guarda un vínculo profundo . Es en el tempo de escritura y de publicación donde se torna complejo el impulso comparativo con el resto de los relatos mitopoéticos nuestros: no sólo es que Las metamorfosis de Makandal fuera publicado en 1998 (mientras que Yelidá, Compadre mon y Hay un país en el mundo lo serían a una distancia de 5 décadas o más: en 1942, 1943 y 1949 respectivamente), sino que además fue el último libro escrito por Manuel Rueda. Con Yelidá obtuvimos antes un discurso épico de nuestro mestizaje, planteado desde la mitología, y en un despliegue asombroso de concisión simbólica. Como sabemos, el “muchacho noruego blanco y rubio” Erick, “mitad tritón y mitad ángel como todos los muchachos de la playa” zarpa hacia las islas, en las que termina amando a una “grumete hembra del burdel anclado hecha de medianoche a toda hora”, la negra mamasuel Suquiette, posteriormente madán Suquí. “Y así vino al mundo Yelidá” (Cfr. Yelidá, coedición de la Editora Nacional / Editora Ángeles de Fierro, Colección Poesía Esencial Dominicana del Siglo XX, Santo Domingo, 2006), por la mixtura seminal de dioses nórdicos, escandinavos, con dioses de la mitología afro-antillana que produjeron una especie de Eva híbrida, caribeña y madre de una nueva raza. Obviamente, el radio del poema Yelidá es tan amplio como una teoría que procurara conceptualizar (en este caso poetizar) lo étnico. Sin embargo, es evidente que, al colocar el cable en tierra dividida, en esta isla en colisión constante, el poema de Hernández Franco se convierte en precedente del poema de Manuel Rueda partiendo del matiz de “sujeto fronterizo” que define a Makandal, ya no como racial-mulato sino como presencia libérrima y ubicua en la insularidad geográfica. Alcántara Almánzar así lo comprendió, porque tuvo que acceder al Palacio Makandal por dos distintas puertas cuánticas al mismo tiempo: El Makandal plantea [dice el crítico] uno de los temas recurrentes en la trayectoria poética del autor: la isla partida en dos, condenada a las desventuras de una tierra en la que se enfrentan sin cesar sus dos mitades. (…) Es a través de la conciencia del rayano –testigo de entes culturales opuestos y al mismo tiempo complementarios– que se filtran los elementos de un universo animista, compendio de todos los sincretismos posibles. Makandal es justamente un milagroso rayano, el demonio de la frontera, un brujo mandinga, un animal-hombre, que es capaz de transformarse, alternativamente, en ave, pez, mamífero, batracio, camuflando su identidad en otras identidades subhumanas (Op. Cit) No obstante, y de acuerdo con Néstor Rodríguez, este aspecto es todavía más profundo, pues “…el proyecto estético que informa la poesía de Rueda puede analizarse en términos de su carácter subversivo con respecto al ideal de una cultura uniforme de raíz hispánica. En Las metamorfosis, el ser nacional que privilegia el etos dominicano es sustituido por un sujeto que no se aviene a la rigidez de las configuraciones. El resultado obligado de semejante propuesta es la plasmación de un espacio cultural alterno desde el cual se puede vislumbrar un sujeto dominicano afincado en la conciencia de la diversidad.” (En “Manuel Rueda, el exorcista del cuerpo insular”, en INTERPOSICIONES. Santo Domingo: Zemí, 2019. pp 19-25) El propio Manuel Rueda parecería adelantarse a esta lectura de su texto cuando previene que éste es un “libro de las fronteras, anverso y reverso de una geografía enloquecida”: Espíritu de las dos tierras y los cuatro mares, de los mil vientos que te llevan y te traen de la existencia al no-ser, del fuego a los deslumbramientos de tu nada (…) Tierra ninguna o tierra una, parto de isla de donde el sol nace en unos cielos que no han de dividirse. (Cfr. Las metamorfosis de Makandal, introito “MACANDAL. MAKANDAL. MACKANDAL.”, Banco Central de la República Dominicana, Santo Domingo, 1998). De modo que el Makandal / animal-hombre / tendido en carne y rugido / en cauce líquido y en veta sulfurosa, el Makandal de los barrancos con luna no sabe a quién pertenecerle en esta isla de dos memorias (…) con sus costas eslabonadas en una sola hendidura de la roca. Néstor Rodríguez sigue a Rueda en su sondeo, y horada más allá, dilucidándolo: Manuel Rueda escarba en la mitología nacional haitiana y extrae de ella uno de sus mitos de fundación con la idea de problematizar la presunta naturaleza homogénea de la identidad cultural dominicana. (…) En la obra de Rueda la isla constituye la metáfora fundamental, rasgo que vincula Las metamorfosis a una tradición de la pervivencia en la literatura antillana, y que consiste en el relato de una insularidad como elemento retórico primordial de cara a la articulación de un discurso de la nación (Op. Cit.) Y, bueno, ya con esta afirmación salimos por la puerta principal por la que habíamos entrado al Palacio Makandal: aquella por la que este libro acaba siendo, en otra escala temporal, un basamento lírico para el ser nacional equiparable al resto de los relatos mito-poéticos dominicanos. Queden pues para otros escenarios una posible amplificación en su estrategia escritural, estilo, estructura, niveles léxico-semántico y retórico: esos son otros umbrales. El reto es rastrear ahora a Rueda entre las nuevas propuestas poéticas dominicanas, pero por otras puertas. (Diario Acento, 19 de diciembre 2020, https://www.acento.com.do/opinion/el-palacio-makandal-de-manuel-rueda-8894111.html?fbclid=IwAR30aFDy_t_Y34ogTmiWGkWcs43tFht8LN-PAo3MNRhFGYXfdakAh9JoUFg)

miércoles, 16 de diciembre de 2020

Un miércoles alciónico

, en mitad de una pandemia que arroja miseria y mortandad, Amargord anuncia que este libro salió de imprenta en Madrid. "En tiempos míticos, Alcyone, hija de Eolo, y su esposo Ceyx fueron castigados por haber usurpado el nombre de Zeus y Hera. El castigo consistió en convertirlos en alciones, ave de gran belleza también conocida como "martín pescador". Pero, a diferencia del Dios vengador del Antiguo Testamento, los dioses griegos solían compadecerse de las desdichas ajenas. Así, Zeus y Eolo decretaron que los siete días anteriores y los siete días posteriores al solsticio de invierno tuvieran un estatus especial: los animosos vientos dejarían de soplar para que los alciones, pájaros venerados en diversas culturas, pudieran construir sus nidos y, de esta manera, evitar que la tempestad destruyera sus huevos. Nietzsche habla de los días alciónicos. Los alkyonídes hemérai, días de extraña calma y mortecina luz que invita a la interminable madeja de tranquilidad y desasosiego. Mar en calma de invierno, preñado de extraños presagios. Cuánto tiempo me queda. Días de iluminación también, en donde es posible que se entreabran, siquiera por un instante, las puertas del cielo. Demasiado rápido como para reconocer el rostro de Aquiles. Días de esperanza para todos los que, pase lo que pase, siguen adelante y no miran atrás. Los que desesperan o simplemente se reinventan todos los días. Aquellos cansados de ver la tierra que no cambia y ya sólo aguardan un milagro. Prematuramente envejecido de tanto soñarlo día y noche, va y se produce. Tal vez en días alciónicos como estos. Martin Rasskin"

jueves, 17 de septiembre de 2020

DELIRIUM, DE LEÓN FÉLIX BATISTA, PARA DESCARGAR GRATUITAMENTE

Delirium (Proyecto Literal, Colección Instante Fecundo, México, 2020), con prólogo de Rocío Cerón. Gramática del cuerpo entero Si hablar es una boscosa geografía, Delirium es la floresta casi completa. Placer verbal, fruto encarnado en palabras que sudan y exhalan. Palabras imán, versos cueva, minas de palabras que contienen yacimientos de goces: espacios bífidos, cuerpos circulares (a la manera davincheana). Este es un universo discursivo y estético de corte seminal, es decir, donde se funda un nuevo orden de articulación y de mirada hacia el mundo. No es un libro fácil, no es un lugar cotidiano, y sí, a la vez. Es una historia que se entreteje, que apenas se deja entrever. Estamos ante un abecedario que deletrea estancias carnales, un cierto gozo por las moléculas del lenguaje: música hecha texto o texto que signa un canto, ritmo donde hay mucosas y valvas, donde las regiones del cuerpo son partituras. Más de cien textos que recogen una herencia que va de Lezama Lima a Perlongher, cubriendo zonas y texturas con ecos de un neobarroco neoposmoderno cercano a un lúcido Kozer o a un puntual Echavarren. Diccionario que omite dos letras, una clave en el habla mexicana o peruana: la CH, de chupar (“mamacita, chúpame ésta”), o de chancar (cuerpo sobre cuerpo, en arrumaco deseoso) y la LL de llenura, llamarada o llano (“cuerpo llano que levitas en mi lengua”, decía un poeta insular). Gramática del que comprende, a cabalidad, que el deseo o el cuerpo del deseo siempre será más apetitoso a la hora de la evocación, a la hora de su ser ficcional. Este es un libro-delirio, de una capacidad singular de apoderamiento del lenguaje. Un circo mental donde las construcciones de cada verso son maquinarias exactas. Sentido y reflexión, puntos cardinales de Delirium, como lo es también el espíritu lúdico, pero no por ello menos mental que recorre el poemario. Estamos ante un mapa, una geografía friccionada donde las capas tectónicas del lenguaje se aposentan en un nuevo estado. Fricción, cuerpo sobre cuerpo de una palabra sobre la otra. Discurso de quien alucina, ve espejismos, quiebra pieles, desnuda recuerdos, trae de vuelta a las chicas de la escuela, a sus curvas y miedos. Delirium es arrollador porque no cede: página a página el lector se ve obligado a volcarse entre las protuberancias, entre los pliegues. Aquí, entre estos versos de pelvis, ojos o cerviz, hay que andarse a tientas para no caer ante los cuerpos derribados, ante los corceles sin jinetes en el coxis. Gozadura de goznes, selva y bosque emparentados, en este libro se arriba a buen puerto. Pero no a un puerto de descanso, de certidumbres: se llega a espacio de placer verbal, de extrañamientos y dislocaciones del mundo ordinario y de vuelta a él desde los juegos y decantaciones del lenguaje que ha construido León Félix Batista, quien se ha metido de cabeza, de pies –es decir, de cuerpo entero–, en un continente epidérmico donde hacer yunta entre literatura y realidad sólo es posible cuando, como él mismo dice en el poema Orgía, las pupilas van “tramontando los encajes”. Delirium es, en definitiva, un libro personalísimo y seductor. Rocío Cerón Ciudad de México. https://www.academia.edu/44100492/Le%C3%B3n_F%C3%A9lix_Batista_Delirium_Proyecto_Literal_Coleccion_Instante_Fecundo?fbclid=IwAR3yTvFFuknbvKq2Ke7oQV_K6OPD9FO2szF4Pk25iC7itz8c-T_NJiZHxwo

jueves, 27 de agosto de 2020

Réquiem por El Teórico

-Cómo que Jimmy se murió? Pero si ayer estuvimos conversando!
Eso alcancé a decir, antes de ser invadido por la pena. Es impactante que charles casi a diario con un amigo con el que pocas veces conversabas... y se muera de repente. Y es que, precisamente ayer, miércoles 26, presentaríamos el Diálogo Interactivo "La herencia cultural dominicana", en torno a la edición del Diccionario Cultural Dominicano que editáramos en 2017. Salvo Carlos José Peña, participaríamos todos: Jimmy Sierra, Reynaldo Disla, Héctor Martínez y Leonel Fernández (a quien más bien veríamos llorar frente al cadáver de su amigo y maestro Jimmy).
Antes de emigrar a Nueva York en 1986, no conocí al Teórico Jimmy Sierra más que por referencias. Ello a pesar de varios puntos en común, comenzando por el arte, la universidad y la barriada de Villa Juana, donde viví un par de años en la calle Paraguay, apenas a una esquina del histórico Club Mauricio Báez. Pero da la casualidad de que nunca he practicado baloncesto (imagínense a un asmático corriendo 40 minutos sin parar por una cancha): lo mío era el beisbol, esperando en el right field algún batazo "alitraniao" que cayera por allí. La otra cosa es que jamás me ha interesado la política, y me mantuve al margen de las ideas de izquierda (como de las religiosas), alarmado por el carácter de fanatismo que suele caracterizarla. El mundo para mí pasaba por el filtro del poema. Y las únicas ideas atractivas eran las filosóficas.
Tampoco a mi regreso al país en 2004 conocí a Jimmy en lo inmediato, sino mucho después, cuando me lo encontraba con algún común amigo, como Reynaldo Disla o Alexis Gómez Rosa. Luego sí fuimos amigos, con una amistad forjada al fuego de las profundas diferencias de criterio y las confrontaciones metodológicas que tuvimos, cuando fui convocado por el presidente Fernández para la edición final del mencionado Diccionario. El Teórico, digámoslo, no era un tipo fácil, y podía y sabía conducir al más alto nivel su idea de las cosas. Yo no soy nada difícil -excepto si se trata de que un libro quede lo mejor editado posible. Y así, entre disputa y disputa, pasábamos del combate verbal a la charada lúdica, inteligente y sana. Qué maravilla de persona era Jimmy! Cuánta cultura embutida en una sola cabeza!
Supe después que él, desde su posición privilegiada de amigo de infancia del presidente Fernández, le sirvió de pivote a mucha gente con necesidades de algún tipo. Yo nunca tuve que apelar a él por nada, y tampoco hubiera podido, ya que -repito- sólo intimamos mucho más tarde. Me alegro de eso, porque en nuestra relación nunca medraron otros intereses que no fuesen los meramente intelectuales.
Los últimos aportes a nuestro vínculo personal fueron bastante ricos. Yo publiqué en Facebook la imagen de un libro de Domingo de los Santos, poeta de mi barrio ido a destiempo. Y contaba que en mis pininos había co-fundado un Taller Literario con su nombre. Por la muerte prematura de Domingo, su biografía siempre nos resultaba oscura, hasta que en ese post Reynaldo citó al Teórico, recordando que habían sido amigos. Y entonces Jimmy vertió allí, de nuevo, todo ese caudal de anécdotas y datos que acumulaba en su prodigiosa memoria sobre Domingo de los Santos y sobre tantas cosas. Con pena añado que Jimmy prometió entregarme ayer copia de los cuentos inéditos que escribió De los Santos, más una reproducción fotostática de sus libros de poemas. Ya no podrá. Maldita muerte.
Empiezo a comprender, justo ahora, la dimensión del mundo que se me mantuvo oculta por no haber conocido a Jimmy Sierra a tiempo.
(Imagen de la presentación del Diccionario Cultural Dominicano, 9 de octubre de 2017, Auditorio Juan Bosch de la Biblioteca Nacional)

MÚSICA DE 15 AÑOS

Me acaba de contar por teléfono mi madre (a la derecha en esta foto de 1956) una curiosa anécdota. Ese día, un domingo, ella cumplía 15 años de edad, y su amiga Juanita -vecina suya además en la calle Abreu, barriada de San Carlos, Santo Domingo- la invitó a acompañarla caminando hasta las instalaciones de Radio Televisión Dominicana, no muy lejos, en Villa Consuelo.
Juanita, natural de Santiago, había sido empleada para realizar labores domésticas en casa de los artistas Josefina Miniño y Papa Molina. Terminadas las relaciones laborales, quedó pendiente un pago, y la joven decidió ir a buscarlo al cercano canal de TV donde Molina tocaba música, en vez de transportarse hasta la casa, situada a mayor distancia. Además, su amiga (mi madre) cumplía 15 años, y ella quería agasajarla con un helado.
De modo que vistieron sus mejores galas de domingo, llegaron al lugar, y preguntaron por el señor Papa Molina. El prominente músico le dijo, compungido, que había dejado el efectivo en casa, donde se suponía que Juanita fuera a recogerlo en cualquier momento. Pero, Papa -hombre sensible, honesto, artista-, no quiso que el viaje hubiera sido en vano, y le ofreció su costoso reloj de pulsera. Juanita agradeció enormemente el gesto, pero no lo aceptó: al fin y al cabo que no era una emergencia, y en la semana pasaría por la plata por el hogar Molina-Miniño. Papa, todavía preocupado, le extendió la friolera de 50 centavos para la “carrera” (taxi) de vuelta sus hogares de las jóvenes. Juanita aceptó, me cuenta mi mamá, pese a que vivían cerca, pero estaba pendiente la promesa de comprarle a su amiga, por su ágape, un helado en la avenida San Martín.
Y hacia allí se dirigieron. Consumieron sus helados, felices de existir madurando como frutas en Ciudad Trujillo. Luego mi madre dijo que deseaba tener al menos una foto que recordara sus 15 años de joven pobre en ropas elegantes. Así que entraron a un estudio fotográfico. Pero la foto costaba 20 centavos, y mamá sólo tenía 10. A Juanita le sobraron justamente 10 centavos después de la consumición de helados, de modo que el costo total quedaba ya cubierto. Posaron, sonrieron, y se fueron ondeando sus vestidos caminando hasta San Carlos, aromando las miradas masculinas como flores anheladas e intocables.
Eso explica por qué hay dos jóvenes hermosas y fragantes en la foto, pese a que sólo una era la cumpleañera.
Poco tiempo después, Juanita regresó de San Carlos a Santiago, y mi madre y su familia se mudaron a la calle Barahona en Villa Consuelo, apenas a 5 cuadras de Radio Televisión Dominicana. Nunca se volvieron a ver. Tan sólo queda un nombre, una foto, una anécdota, y un testimonio de la gran sensibilidad que caracterizó a Papa Molina (Moca, República Dominicana, 19 de diciembre de 1925–Santo Domingo, 5 de agosto de 2020), cuya reciente muerte resucitó este recuerdo en la memoria de mi querida madre, a sus casi 80 años.

domingo, 9 de agosto de 2020

DISCURSO INAUGURAL 4to. FIP SANTO DOMINGO 2017


La poesía es la más alta realidad: la expresa, muestra, significa, logrando superar las fronteras de nuestra materialidad. Y no es tan solo otra realidad, acaso complementaria, sino precisamente la de mayor magnitud y trascendencia: aquella que parece con su peso específico poder combar el tiempo para sumarle espacio a nuestras vidas, marcadas por el yugo de lo cotidiano, de lo llano, de lo que parece útil, productivo, y que a la larga sirve solo como rampa de deslizamiento hacia la muerte anónima y sin trascendencia alguna.
Lo que persigue un evento en torno a la poesía como el este, nacional e internacional, no es más que persistir en esa idea, en un intento de remoción de los escombros de los derrumbamientos de la vida diaria y en el afán de recordar que el hombre y la mujer son más que cuerpos que pasan por pasar. Porque creemos en eso es que, luego de un período de forzoso receso, se relanza hoy el Festival Internacional de Poesía de Santo Domingo, que ha sido organizado por el Ministerio de Cultura desde 2007, el cual se constituyó en el primer festival poético dominicano en tener un gran impacto nacional e internacional, habiéndose colocado a la par de fiestas de la poesía similares en Iberoamérica como las de Medellín (Colombia), México, Granada (Nicaragua), El Salvador, Argentina, Brasil, Venezuela y otras naciones y ciudades, que llevan ya varias ediciones, entre otros de importante estatura cultural en el ámbito iberoamericano. En su momento el nuestro fue el evento poético por excelencia de toda el área del Caribe. Por decisión expresa y visionaria del señor ministro Pedro Vergés, volvemos a montar el Festival, 10 años después del primero, y atiborrado de novedades, renovado, dedicándolo además, en busca de prolongar su memoria y su palabra, al poeta Luis Alfredo Torres, quien alcanzaría un espacio prominente en nuestra ciudad letrada, como miembro de la importantísima Generación del 48.
El FIP 2017 retoña basado en los siguientes objetivos, entre varios otros:

 Divulgar la vida y la obra del poeta Luis Alfredo Torres.
 Incentivar, a través de la palabra y la memoria poéticas, la creatividad, la conciencia de la belleza y la justicia, así como la importancia de la cultura participativa en nuestro sistema democrático.
 Contribuir al encuentro, la interacción, el intercambio de ideas y la creación de vínculos sostenibles entre culturas y poetas de distintas generaciones y países.
 Estimular el encuentro o reencuentro de la poesía con el público.
 Promover la importancia de la lectura creativa en la educación pública y privada.

Esta edición del FIP cuenta con la presencia de más de 30 poetas, provenientes de 10 países: Argentina, Colombia, Cuba, Ecuador, El Salvador, Estados Unidos, España, Haití, Puerto Rico, República Dominicana y Uruguay, cubriendo de ese modo 2 continentes y 3 lenguas, así como Norte, Centro y Suramérica y el Caribe.
Nuestros poetas nativos se integrarán con nuestros invitados extranjeros para realizar Lecturas en: -4 Provincias (Baní, La Romana, Santiago, Provincia de Santo Domingo) y el Distrito Nacional. Las locaciones para las lecturas serán, o mejor, son desde ayer: -Centros Educativos -Bibliotecas -Centros Culturales -Universidades -Espacios públicos y -Medios de transporte urbano.
Mas no solo de lecturas de poesía vive un Festival. En tal virtud, el contenido del evento incluye Poesía musicalizada, Conversatorios, Puestas en circulación de libros, Distribución de afiches con poemas, Charlas, Distribución de CDs con poetas en sus propias voces y Talleres de escritura.
La concreción de los citados objetivos se pretende obtener a través de la implementación de distintas innovaciones en el desarrollo de la programación del evento: por ejemplo, a los talleres de escritura y ambientación literaria previos al evento que fuimos desarrollando en centros educativos del Distrito Nacional y de la Provincia de Santo Domingo, hay que adicionar, como novedades absolutas, las lecturas de poesía que haremos en el Metro de Santo Domingo, haciendo honor al concepto de Poesía en Movimiento y la participación, como justo esta mañana, de conversatorios y lecturas en programas de televisión en directo con los poetas invitados.
Otra de las actividades de sello peculiar será un Taller de Escritura Curativa, que dictará el poeta, ensayista y terapeuta de origen uruguayo Víctor Sosa, dirigido sobre todo a personas que hayan vivido una experiencia crítica o traumática, como pueden ser la violencia doméstica, social o por causa de los fenómenos atmosféricos que suelen azotar nuestros países. El objetivo primigenio de este taller es propiciar un tipo de curación por medio de la expresión escrita.
Finalmente, y por primera vez, el evento se inaugurará en la ciudad capital, pero la clausura será en la ciudad de Santiago, cubriendo de ese modo las 14 provincias de la Región del Cibao, después de que hayamos llevado nuestras voces al sur y al este de la isla.
El Comité Organizador, presidido por el ministro Vergés y compuesto por Cayo Claudio Espinal, Viceministro de Creatividad y Participación Popular, Ediltrudis Pichardo, Viceministra para la Identidad Cultural y Ciudadanía, Alexis Gómez Rosa, Director General del Libro y la Lectura y quien les habla, León Félix Batista, Director del Festival Internacional de Poesía, nos sentimos complacidos de invitar al país cultural a esta fiesta de la palabra más alta, de la más alta realidad: la poesía.
“Alta Realidad” de modo justo tituló, lúcidamente, Luis Alfredo Torres un libro suyo de 1970. Luis Alfredo, el poeta paria, el poeta abandonado por la sociedad, escribiendo sus poemas entre bellos y estridentes desde sus habitaciones en pensiones de mala muerte, desde fondas de comida muy barata y apoyado en el bastón de sus últimos años por las calles de Santo Domingo. Luis Alfredo, quien si alguna torre tuvo habrán sido los opúsculos grapados que imprimió, Dios sabe si escritos a la luz de los crepúsculos. Luis Alfredo, tan alejado del sur barahonero que lo viera nacer como de las hiper ciudades de New York y California donde creció, educó y formó. Luis Alfredo, cantando a Proserpina en la ciudad cerrada de intramuros y el oscuro litoral del río Ozama desdibujándose a sí mismo por sus grandes gafas de sol hasta de noche. Luis Alfredo Torres, ese enfermo lejano, que cantaba y cantaba hasta morir sentado, como lírica cigarra, en un banco de hospital en Ciudad Nueva. Tan frágil, Luis Alfredo, que hubo que buscarlo bajo la delgadez de su camisa con su propia linterna sorda. Y tan grande Luis Alfredo que la cruda realidad, la dura realidad, pudo hacerla más alta, pudo habitar en ella, por medio de la alquimia del poema.
Comienza el baile de las letras, hagámoslo permanecer pues, como nos dijera Luis Alfredo Torres en su “Canto a Proserpina”:

es justo que cantemos y gocemos
"porque seréis saciados".

LUIS ALFREDO TORRES Nació en Barahona, el 18 de octubre de 1935, y falleció en Santo Domingo el 1 de mayo de 1992. Fue poeta y periodista. Cursó la educación primaria en su pueblo natal y la secundaria en New York, en la Long Island City High School. También siguió estudios de Comunicación Social en el Instituto de Periodismo de Los Ángeles, California, ciudad ésta donde fue jefe de redacción del semanario bilingüe El Despertar Americano. En 1958 retornó a la República Dominicana integrándose inmediatamente a las actividades culturales, periodísticas y literarias. Laboró como columnista y redactor de los diarios El Caribe y La Nación. Perteneció a la Sociedad de Escritores Dominicanos, al Ateneo Dominicano y al Grupo del 48. Realizó una extensa labor de difusión cultural a través de la revista Ahora y fue uno de los fundadores de la revista de arte y literatura Testimonio. Su poema “Canto a Proserpina” figura entre los textos clásicos de la lírica nacional. Publicó los siguientes libros de poesía: Linterna sorda. Santo Domingo: Editorial Atenas, 1958. 31 racimos de sangre. Santo Domingo: Editora Comery, 1962. Alta realidad. Santo Domingo: s.n, 1970. Los bellos rostros. Santo Domingo: Editorial Horizontes de América, 1973. Canto a Proserpina. Santo Domingo: s. n., 1972. Ciudad cerrada. Santo Domingo: Editora Tribuna Hispánica, 1974. El amor que iba y que venía. Santo Domingo: Impresora Ángel, 1976. El enfermo lejano. Santo Domingo: s. n., 1977. Oscuro litoral. Santo Domingo: Impresora Ángel, 1980. Antología poética. Ediciones de la Biblioteca Nacional, 1985. En 2006 el Ministerio de Cultura (entonces Secretaría) publicó a través de la Editora Nacional, y en coedición con Ángeles de Fierro, “Canto a Proserpina y otros poemas” (Colección Poesía Esencial Dominicana del siglo XX)

(NOVIEMBRE DE 2017)


FRANK BÁEZ, POETA DEL MONTÓN (SEGUNDO ROUND)

10 de octubre de 2012 a las 20:51 Querida comunidad de escritores dominicanos y extranjeros: En ocasiones, con tal de mantener el ranking, debe uno contender con poetas del montón (chatas, sparrings torpes), como el “hombrecito” Frank Báez, peso semipesado y fofo de mi país. Algunos de ustedes presenciaron el primer round de su pelea sucia, irrespetando las reglas del combate, difamando, empleando golpes bajos y manipulando al referí. Pero lo cuento de nuevo, para los que no lo conocían: PRIMER ROUND Cuando llego a principios de 2012 a Madrid a presentar mi libro “Caducidad” (Amargord, Colección Transatlántica 12), me entero, por voz viva de mi editor, de que “un tal Frank Báez, ¿lo conoces?, le escribió a una poeta española, que era una vergüenza que publicaran a León en España”. Me sorprendió el golpe, lo reconozco, porque no había escuchado la campana que llamara a combate, ni habíamos chocado los guantes. Y, sobre todo, porque nunca he hablado absolutamente nada, ni bien ni mal, del tal Frank Báez, poeta que no me interesa precisamente por su mediocridad literaria y sus intereses estéticos pasados de moda. Esa vez no lo denuncié públicamente, sino que simplemente se lo conté a algunos amigos. Luego uno de ellos, Dei Galán, le dijo a Ariadna Vásquez, poeta amiga de ambos, la jugada sucia del tipo, y ésta se lo refirió, claro, negándolo él radicalmente y a través de Facebook. No me importó que lo negara, porque me bastaba con que él supiera que yo sabía de su jugada. Y en su fuero interno Frank Báez sabe que es verdad eso de haber intentado boicotear mi publicación. Por eso cito nombres propios. Esto se confirmó luego cuando Báez habló pestes del poeta de su generación Luis Reynaldo Pérez al editor costarricense Juan Hernández, dueño de “Germinal”. Luis Reynaldo había propuesto un libro para edición, y sin más ni más, fue desestimado por Hernández, sospechosamente boicoteado por el Báez y/o su socio Juan Dicent, uña y carne de Hernández. El caso es que me entero porque Hernández, ante una propuesta de Luis Chaves, me pide un libro para publicármelo, y en esas conversaciones me habla del caso Luis Reynaldo (testigo directo del mismo día en que Hernández me pide por email un libro). (Presento a ustedes el email con la propuesta de Hernández, el 25/05/2012: mira si soy despistado que juré que te había escrito sobre tus libros. busqué el mail y vi que no. los dos me gustaron. me gustaron bastante. me costó mucho llerlos, eso sí. como hablé con chaves, tu poesía es jarcor, no es para maricones como chaves y yo que estamos acostumbrados a la poesía light. Pseudolibro lo leí unas cuatro veces y las notas realmente me sacaron las canas. En principio me lo llevé al banco mientras hacía fila y a los pocos minutos supe que era un libro que no podía leer en la calle, debía leerlo en la casa, calmado, con café y un cigarro. a todo esto, me gustó tu propuesta estética. y cuando te digo que me gustó quiere decir que veamos la posibilidad de que me enviés un trabajo de unas cincuenta página de poemas. en la primera tratá de poner título, nombre, sin hay epígrafes y agradecimientos. decime cómo lo ves y me decís. fuerte abrazo, Juan. Editorial Germinal) Y aquí viene el siniestro segundo round… SEGUNDO ROUND Hace unos días le envié, finalmente, una antología trabajada de mi obra a Germinal. Y, sorpresa, en un diálogo por Facebook salen el Báez y el Dicent, aparentemente molestos de que Juan vaya a publicarme. Comienza, supongo, la labor de zapa, hasta que hoy recibo este penoso email de Juan Hernández (lo copio con todo y faltas ortográficas): “Por lo general, cuando la gente se distancia o toma bando dice "no es personal". En mi caso sí lo es. Aunque en mi caso, León Felix Batista, trato de no ser amigo de los que publico porque son cosas aparte, en el fondo sé que eso es mentira. Con los años me di cuenta que publico amigos y pierdo dinero por los amigos. Me gusta la literatura y punto. Pero así como me gusta la literatura me gustan los amigos y al final meto las manos en el fuego por ellos, tengan o no la razón. Yo mismo soy una persona complicada. He amenazado de golpes a varios, me paso por el culo de manera pública y en actos al gobierno, a la Cámara del libro del país, a las librerías, me paso por el culo de todo y hago, a veces, los peores comentarios del mundo en público. Me encanta oler perico y me he levantado travestis. Mis amigos siempre meten las manos en el fuego por mi. A nivel político ni se diga. Más de 17 años de militar con el anarquismo, no con la izquierda, con el anarquismo. En fin. Por las razones que sean, confío a siegas en los amigos y siempre, aunque sepa que me van a romper la cara en un bar porque otro le toco el culo a la chica de un desconocido, siempre me voy a meter a defenderlos o apoyarlos sin preguntar nada. Si varios amigos me han hecho comentarios dudosos sobre vos y tu labor en el gobierno, no lo voy a averiguar, simplemente me aparto porque confío en ellos y les creo. Es una decisión personal, como todas las que tomo. Sé que los platos sucios se lavan en casa. Yo termino siempre lavando los de todo lado. Sin resentimientos, pero mi lealtad es lo único (creo) bueno que aún conservo. De verdad no espero una respuesta, solo que entendás por qué mejor corto con vos en mi vida personal. Juan Hernández” Esta es, para mí, prueba evidente de las manipulaciones, distorsiones, suciedades y mezquindades del hombrecito Báez. Y también evidencia la reacción torpe de Hernández (tan distinta de la de mi editor en España), que existen editores inteligentes y perspicaces y editores que simplemente carecen de amplitud de miras. ¿Cuáles son esos “comentarios dudosos sobre mí y mi labor en el gobierno”? ¿Sabe el pobre Hernández en qué condiciones trabajo yo en el gobierno, contra qué intereses publico poetas importantes y a cuántos jóvenes, entre ellos este estúpido de Báez, he publicado? Frank Báez ha querido hacer una carrera literaria no leyendo ni escribiendo libros importantes, sino escalando sobre los hombros de poetas que somos más importantes que él. Pertenece a una generación posterior a la mía, y nosotros deberíamos poder entender que necesita diferenciarse. Pero, ¿por qué así, con tanta bajeza? Yo no ando diciendo a nadie que Frank Báez es un plagiario pobre de poetas conocidos. Ni que se la ha pasado esquilmando a su compañero Homero Pumarol, poeta de verdad, aprovechando que vive en una nebulosa de humos raros. Tampoco he dicho a nadie que este payaso Báez, con su camisita a cuadros y su pelo sin recortar (a imitación de su modelo Luis Chaves, poeta también de verdad), es un oligarca disfrazado de poeta libertario, empleado de la Fundación Global del expresidente de la República Leonel Fernández, plataforma que utiliza para agenciarse viajes y relaciones. Conozco incluso a alguien que tiene un estudio comparativo, verso por verso, de los plagios que hace Frank Báez. Pero a nadie cuento estas cosas porque 1) no me importa Báez, me importo yo y 2) porque nunca hablo mal de ningún poeta dominicano, aunque sea tan mediocre como Frank Báez. El ha dicho y escrito infinidad de agresiones contra mí, y nunca le he contestado, puesto que su afán es hacerse famoso a costa de ello. No me llenan, confieso, enemigos tan mínimos, que no aportan ni siquiera sangre legal al combate, sino que la extraen por medio de puñaladas traperas… Desde aquí envío un perdón a Juan Hernández (se lo merezca o no). Al fin y al cabo es una víctima de Báez y sus secuaces, y ha tenido el tino de publicar en Germinal a escritores tan importantes como Luis Chaves, Luis Negrón, Zingonia Zingone y Hernández Montecinos. También porque me importa un bledo no publicar en Germinal (es acaso más importante que Aldus o Amargord?), al fin y al cabo él fue quien me pidió un libro a mí, cosa que hacen muchas otras editoriales. Juan Hernández y Germinal se pierden tenerme en su catálogo y ganan la contaminación de publicar la obra de seres mezquinos como Báez y Dicent. Buena suerte, pues, Juan! En fin, que escribo esta nota para dejar claro que tenemos, en el medio dominicano, un energúmeno malévolo, capaz de azuzar los perros del descrédito contra cualquier poeta que no sea él mismo (fíjense si ha intentado que publiquen a Homerito en el extranjero: NO, porque se enterarían de a quién copia y a quién esquilma y de cuál sombra se arrima). También supongo que cada país tiene su propio Frank Báez, su propio mediocre manipulador. Por eso lo denuncio, porque basta, porque ha hecho esto mismo con varios poetas ya, con gente que no tiene la apostura y seguridad en su obra como yo, porque hay gente inocente que le cree honesto, porque destruye reputaciones, porque falsea su imagen, porque lee muy poco y escribe peor, porque tiene seguidores y aduladores hipnotizados por su verbo espurio, y para que estén alertas los que aún no lo conocen a profundidad. Ojo con este farsante de Frank Báez, que el santo es de palo!!!

miércoles, 4 de marzo de 2020

METÓDICA DESORDEM

André Dick

Lançado pela editora Olavobrás, o livro Prosa do que está na esfera traz ao leitor brasileiro a primeira mostra de poemas de León Félix Batista, nascido em 1964 na República Dominicana. A tradução para o português, fiel ao experimentalismo do original, é de Claudio Daniel e Fabiano Calixto. Se Claudio já havia traduzido Eduardo Milán e José Kozer, entre outros, trata-se da primeira incursão de Fabiano como tradutor, por meio de um poeta não apenas desconhecido como também instigante. Isso porque León rompe a linearidade que estamos acostumados a ver, ao seguir na contramão de uma lírica coloquial, focada no cotidiano, optando pela analogia e desfazendo limites entre a prosa e a poesia.

A obra em questão se caracteriza por trazer uma cadeia de pensamentos a princípio desconexos, ou seja, sem aparente unidade, que carregam uma inflexão lingüística diferente tanto do vocabulário quanto da percepção poética comuns. Leitura difícil, à primeira vista áspera, Claudio, sem procurar rótulos, percebe nela “insólitas associações de palavras”. Contudo, mesmo ao lidar com a analogia (a “religião” da poesia moderna, para o insuspeito Octavio Paz), a sua linguagem, construída de forma complexa, não encobre a materialidade das palavras. São insólitas as associações, caracterizadas pelo emprego inusitado de metáforas; de resto, estamos diante de um autor que prima pela forma e atrai para seu entendimento o leitor. Cabe a este controlar a dispersão dos panoramas trazidos por cada poema, à medida que transforma a multiplicidade num caminho a ser incorporado na unidade. Com essa característica, Prosa do que está na esfera não trabalha com idéias em que predomina o excesso sem rigor.

Quando Claudio observa que León extrai seus objetos do cotidiano imediato e os remodela como “seres de linguagem”, ele já está apostando na idéia de que, na posição autônoma, esses seres (objetos ou as palavras que os representam), livres para adotar o caminho da analogia, delineiam uma “violência verbal”, e esta, com sua ruptura consciente, elimina o exagero. Recolhendo vestígios de memória, detritos do mundo, o melhor do trabalho de León - e isto não é um elogio ligeiro - parece ser filtrado por palavras que, distintas entre si, aprofundam ainda mais sua estranheza com a releitura, através dessa ruptura.

CICATRIZES TEXTUAIS - Quem tiver o pocket book de León à mão pode imaginar que, por ser escrito em forma de prosa, deixa de ser um livro de poesia. Equívoco aceitável, já que não estamos acostumados com terrenos híbridos. O texto de León, bastante imagético, ao observar o tom e o peso de cada vocábulo, controla, sob um olhar crítico, o que poderiam ser alucinações processadas por uma escrita automática. É como se ele construísse uma “metódica desordem”, e quisesse organizar uma “desordenada sucessão de circunstâncias”. Nesse terreno híbrido, as analogias elaboradas, não raro violentas, responsáveis pela referida “violência verbal”, procuram a cisão e acabam compondo o painel de um desastre que busca recolher seu cacos, painel por finalidade desautomatizado.

Resulta disso, também nessa corrente de reflexão, a preferência desse autor do novo barroco por imagens negativas. Seu interesse principal é selecionar os resíduos expelidos pela realidade autodestrutiva: “que farei para dilatar irredimíveis vias mortas”; “se desgastam meus músculos de comando” (em “Sissy’s velvet toolbox”); “O rio das pernas (acidente coagulado) ao correr produz náuseas”; “a decomposição se espessa e carboniza” (em “O banho das núpcias”); “A cada salto sucessivo, em toda fuga da margem, rigores ambiciosos que fecundam em minhas chagas” (em “Prosa do que está na esfera”); “E nem o olho nem a lente calarão sua massa em crise, confinando-a a sua insólita imobilidade” (em “Bianca Jagger depilando-se ante a Warhol”, título, ressalte-se, bastante insólito). Perceba-se que o corpo, para León, é uma prisão em que a dor permanece conscientemente. Na entrevista ao final do livro, essa idéia se esclarece através do depoimento do autor, ao comentar seus problemas de saúde, sobretudo na infância: “Nasci e cresci enfermo”. Não queiramos solucionar, é claro, a poética do presente autor através de problemas pessoais, mas, como vemos, a doença física acompanha sua própria postura de desaparecimento e não poderia deixar de existir em sua escritura.

Em outro poema que nos serve de bom exemplo, “Clandestinos em Strawberry Fields, León observa que seu corpo é um cadáver (como Paul Celan, aliás, definia a palavra): “Se haveremos de crer em minha sinopse (e o eclipse de artifício assim o indica) dois corpos se destacam no ermo: pretérito que o texto desenvolve em porvir. O meu é como um lastro que me subtrai de erguer-me, já cadáver e em vulgar obsolescência”.

Ainda recém-nascido, trazendo suas cicatrizes textuais, Prosa do que está na esfera certamente é apenas a primeira incursão desse jovem poeta dominicano no Brasil. Integra-se a novas leituras ou discussões adequadas ao interesse de sua obra, em relação ao novo barroco, por instigar uma reflexão sobre a linguagem. Resta, desta vez, saber se dessa reflexão conseguiremos separar a desordem sem método, tão comum na poesia insuficiente, indisposta com qualquer traço experimental, da metódica desordem, seja em decomposição, seja com náuseas e chagas por vezes incômodas.

André Dick é poeta e ensaísta, autor do livro Grafias (2002). [Especial para Weblivros]

martes, 25 de febrero de 2020

DE LO BUENO QUE ES DECIR MALAS PALABRAS

Muy buenos días. He sido invitado a estar con ustedes hoy para hablarles sobre la importancia de la lengua materna y la diversidad cultural. Y se me ha ocurrido darles mi opinión sobre lo bueno que es decir malas palabras.
Me serviré para esto de las preguntas que se hace el escritor argentino Roberto Fontanarrosa: ¿por qué son malas las malas palabras?, ¿quién las define como tales? ¿Quién y por qué?, ¿quién dice qué tienen de malo algunas palabras?, ¿Será que acaso las malas palabras abusan las buenas, las patean, las empujan?, ¿son malas porque son de mala calidad, es decir, que cuando uno las pronuncia se deterioran? ¿o son malas palabras aquellas que, cuando uno las utiliza, tienen actitudes reñidas con la moral?” (Roberto Fontanarrosa, http://congresosdelalengua.es/rosario/mesas/fontanarrosa_r.htm)
Espero que ustedes y yo podamos responder a estas preguntas, si no hoy, mínimamente, abandonar esta biblioteca con la intención reflexionar cómo es eso de que cosas tan abstractas como las palabras, cosas compuestas de sonidos y caracteres, no de puños para golpear, puedan ser buenas o malas.
Para mí que las palabras no son buenas. Para mí, las palabras tampoco son malas. Malas o buenas podrían ser las personas que las utilizan, muchas veces para ofender, maltratar, denigrar, destruir o difamar. Otras veces es el otro el que se abroga el derecho de calificar de malas nuestras palabras, con el avieso propósito de que nos callemos y no gritemos nuestra verdad. Lo cierto es que decir malas palabras es muy distinto a decir palabras obscenas o soeces.
El gran filósofo austríaco Ludwig Wittgenstein solía repetir que el significado de las palabras está determinado por el uso que les demos. Las cosas y los hechos que refieren las palabras casi siempre son múltiples, al menos producen más de un sentido. Por ejemplo, una “mesa redonda” no es únicamente una superficie material plana de forma circular, sino además una reunión en la que se tratan o negocian determinados asuntos, lo cual tiene muy poco de material y sí mucho de concepto y abstracción.
Por otro lado, es evidente ya para cualquiera que calificativos como “terrorista” o “delincuente” aplica a personas totalmente opuestas entre sí. Dependerá de quién haga el señalamiento y la calificación (o descalificación). En estos días, por ejemplo, un condenado por tráfico de drogas llama ladrones a otros, como si tal cosa, como si pudiera haber niveles en los actos delictivos. De modo que es el contexto, el instante y el sujeto que las dice los que otorgan sentido a las palabras. Y ese sentido es muchas veces “malo”.
Lo cierto es que si uno intenta conocer a fondo su lengua materna, llegará a entender la maldad o la bondad de las palabras son relativas y, en consecuencia, podría uno reconocer cuándo está siendo engañado a través del uso de la lengua, así como podrá entenderse con el otro que es distinto a uno, pero que sin dudas hace que uno sea lo que es. Esa relatividad de las palabras va unida con la rica diversidad cultural bajo la cual vivimos.
El poeta francés Stephane Mallarmé llamaba a “dar un sentido más puro a las palabras de la tribu”. “Purificar las palabras de la tribu consiste en “mirar” más allá de lo que ellas directamente dicen; no detenerse en la realidad a la que, de entrada, nos remiten.” (http://www.uam-antropologia.net/pdfs/ceida/alt8-3-diaz.pdf). En ese sentido, creo que el dominio de nuestra lengua materna es esencial para entender nuestro entorno, para entendernos nosotros, para entendernos entre todos. No se trata sólo de comunicación y expresión: esto implica comprender, y comprender arrastra a su vez la posibilidad de cambiar las cosas.
Antes de la muerte de Cristo la crucifixión era el castigo más bajo y denigrante posible para un ser humano. A Jesús, de hecho, lo flanqueaban dos ladrones crucificados junto a él. Lo que ha pasado desde entonces y dos mil años después es que uno de los símbolos más puros de la cultura occidental, y más allá, es la cruz. Ahí tenemos una prueba de que es posible transformar una mala palabra en buena con nuestras buenas acciones.
En su libro autobiográfico “La heredad y las palabras’’ el poeta francés Claude Esteban, hijo de español y francesa, narra las múltiples dificultades que tuvo en su formación escolar, por ser un niño bilingüe. En la escuela todos los otros niños consideraban como una anomalía que pudiera él hablar en dos idiomas, y a veces mezclarlos sin querer. Eso lo singularizaba, lo hacía DISTINTO. He ahí una prueba ahora de cómo ser diferente podría una mala palabra. El niño Esteban sentía que “al hablar español uno experimenta, casi materialmente, la sensación de tener como un pedazo de realidad en la boca”. (pag. 111). Pero nosotros no debemos tener miedo a ser distintos, diferentes. DIFERENCIA debe dejar de ser una mala palabra. Nada de malo puede tener que te llamen “cerebrito”, por ser el más inteligente de tu clase, o que te digan GORDO o FLACO porque pesas un poco más. Así como una niña no se ofende porque la llamen BARBIE para señalar que es la más bella, ninguno de nosotros deberá ofenderse porque si usamos lentes nos llamen CUATRO OJOS. Esas condiciones no nos hacen mejores ni peores. Lo mejor de nosotros está dentro, y debemos exigir que los demás nos juzguen por eso bueno que tenemos.
Hay palabras de todo tipo que otros dicen que son malas. NEGRO, por ejemplo. Una de las experiencias más asombrosas ha sido ver, durante mis 20 años de vida en Nueva York, la carga de polos opuestos que tiene el sustantivo “nigger”, variación de “negro” en el idioma inglés. En el ámbito afroamericano un nigger es el nigger de otro, es su hermano. Pero que alguien de otra raza llame nigger a un negro puede desencadenar una desgracia, ya que tiene un sentido altamente peyorativo y ofensivo. Entre nosotros, llamar “mi negro, mi negra” a alguien querido implica afecto profundo.
HAMBRE es una buena palabra para el agiotista, el negociador que nos vende los alimentos a sobreprecio, para el productor que los elabora sin la cantidad proteínica adecuada. HAMBRE es una buena palabra para el político que busca nuestro voto prometiendo acabar con ella. ¿Y por qué hay que acabarla? Porque, por otro lado, la palabra HAMBRE es una mala palabra, una palabra que designa uno de los grandes males de la Humanidad. Hay que decir lo más alto que uno pueda esa mala palabra: el mundo padece hambre, y exigimos que le sea saciada.
Otra mala palabra bastante buena es ATREVIMIENTO. El atrevido deja de ser el que falta el respeto a sus mayores, para pasar a ser “el que se atreve”. Atrévanse, jovencitas y jovencitos, a cambiar sus realidades, a procurar ser mejores ciudadanos. Aprópiense del habla pública, y hagan de los discursos dominantes las palabras de su tribu. Es su lengua materna: ámenla, estúdienla, conózcanla, enriquézcanla.
Si malas palabras son aquellas cargadas de significados que irritan a los poderosos, yo los invito, jóvenes, a decir y a escribir malas palabras constantemente, hasta que convirtamos este mundo en que vivimos en el mejor de los mundos posibles.
MUCHAS GRACIAS


(Charla motivacional a estudiantes y docentes de la Red de Escuelas Asociadas a la Unesco en República Dominicana, durante la Celebración del Día Internacional de la Lengua Materna, viernes 20 de febrero de 2015)