miércoles, 30 de mayo de 2012

reseña a CADUCIDAD

A propósito de "Caducidad", del poeta dominicano León Félix Batista La editorial Amargord, en su colección Transatlántica, acaba de publicar “Caducidad”, del poeta León Félix Batista (Santo Domingo, 1964). Una obra que constituye un derrame de imágenes, de significantes sin significado, de sinsentidos y de palabras desplazadas. Una crítica a la modernidad organizada como una onírica especulación hermética, en la que el espacio de la representación se encuentra en ruinas. Por Víctor Silva Echeto. Caducidad, caduco, fecha límite o instancia fronteriza en el tiempo, extinción, muerto en vida, el final del verso y el comienzo de la escritura. Caducidad de León Félix Batista, es un derrame de imágenes, de significantes sin significado, de sinsentidos y palabras desplazadas. Desplazamiento como fuga, huída, desterritorialización y desvío, línea de fuga o punto en la lejanía que siempre huye del sentido. Más que intertextual es la diseminación deconstructiva (el Word no deja de intentar corregírmelo como reconstructiva pero la deconstrucción no reconstruye ni construye sino que desmonta signos). “de su corno de Morfeo: venero a vomitar mercurio tibio…” Sueño sin dios con mayúscula, onírica especulación hermética, crítica a la modernidad y a sus versos conservadores, entre-modernidad surreal más que surrealista o postmodernidad hiper-activa. Américas atravesadas por modernidades, pre-modernidades y postmodernidades, dominicana mestiza que cruzan los híbridos textos que conforman la máquina sin fecha de caducidad. Anarquía mutante de marcas cifradas ininterpretables, por eso, lo hermético como monstruosa clasificación. “los percibo como el coágulo del óvulo de un trueno cada vez con cicatrices, inaccesibles en sus rami- fijaciones, contagiándome de lodo y anarquía” Poética de la hendidura, intersecciones en las tangentes, deconstrucción de lo doble y no de la binariedad, las tangentes confluyen en los textos y en la escritura de León Félix Batista. “confluyen todas las tangentes combinando contenido y combustión…” Vuelvo a la monstruosidad, a las taxonomías como crítica en crisis de la representación. Si el Idioma analítico de John Wilkins inspira Las palabras y las cosas de Michel Foucault, Pierre Menard se lanza sobre las marcas escriturales de León Félix Batista. El espacio de la representación se encuentra en ruinas. Es en el pliegue entre palabra y cosa, donde a la enciclopedia china la suceden (o, mejor dicho, le preceden en época) otras imágenes como son las de las taxonomías de destacado poder visual, es decir, de fuerte impronta monstruosa si tomamos a este término como derivado de mostrar y de mirar: “Ya no estoy en ayuno –dice Eustenes-. Por ello se encontrarán con toda seguridad hoy en mi saliva: Áspides, Amfisbenas, Anerudutes, Abedesimones, Alartraces, Amobates, Aspinaos, Alatrabanes, Aractes, Asteriones, Alcarates, Arges, Arañas, Ascalabates, Atelabes, Ascalabotes, Aemorroides”. La diferencia, para Foucault, entre estas taxonomías y la enciclopedia china, a la que podría compararse con caducidad, es que “la monstruosidad que Borges hace circular por su enumeración consiste, por el contrario, en que el espacio común del encuentro se halla él mismo en ruinas. Lo imposible no es la vecindad de las cosas, es el sitio mismo en que podrían ser vecinas” . A ese no lugar, espacio en ruinas o espacio impensable, Foucault le llamará heterotopías. Éstas: “(…) inquietan, sin duda porque minan secretamente el lenguaje, porque impiden nombrar esto y aquello, porque rompen los nombres comunes o los enmarañan, porque arruinan de antemano la ‘sintaxis’ y no sólo la que construye las frases –aquella menos evidente que hace ‘mantenerse juntas’ (unas al otro lado o frente de otras) a las palabras y a las cosas” . No obstante, ante este desafío para la gramática que le imponen las heterotopías o ese detenimiento de la palabra, se acerca a la imagen visual y a una tierra mítica que la enaltece: “a esta distorsión en la clasificación que nos impide pensarla, a esta tabla sin espacio coherente, Borges les da una patria mítica una región precisa cuyo solo nombre constituye para el Occidente una gran reserva de utopías”. Es un “(…) espacio solemne, sobrecargado de figuras complejas, de caminos embrollados, de sitios extraños, de pasajes secretos y de comunicaciones imprevistas; existiría así, en el otro extremo de la tierra que habitamos, una cultura dedicada por entero al ordenamiento de la extensión, pero que no distribuiría la proliferación de seres en ningún espacio en el que nos es posible nombrar, hablar, pensar” . ¿Américas no son también esa tierra mítica llena de monstruos, de antropófagos, de amazonas, de traiciones y detracciones? Un ejemplo de la monstruosidad en el texto caducidad: “los días comprometen las blandas contexturas de trozos de segundos disecados: avispas que taladran salidas en las venas, arácnidos que estiran sus membranas; relojes de- rretidos que cubren con su brea compuertas que se amputan de las horas, un arco a la mitad de co- rruptas coordenadas: intervalos perfilados por fisuras” La im-posible titulación de la doble sesión derridiana, escritura como prótesis, como síntoma más que performatividad, acción sobre la firma, violencia sobre los signos. Toda escritura, en definitiva, es violencia significante, la de León Félix Batista queda expuesta entre taxonomías de sangre, coágulos, órganos, trombosis, cráneos, marcas tatuadas en el brazo del marinero que indican una presencia en la ausencia. Prótesis como “argollas (…) acorralados, en alguna cicatriz” Imagen como descomposición del imaginario, iconoclastia anti-poética: “el tenaz imaginario al velar se descompone…” Escritura como repetición. “El próximo siglo será deleuziano” (Foucault), ¿y éste? Devenir, bordes, sinsentidos (“sutura de fragmentos que tejen sinsentidos”), discontinuidades; entridad; corte en la piel, rizomas. El acontecimiento como la incapacidad de narrar, idea benjaminiana tras los bordes deleuzianos: “no me quedan inci- dentes que contar…” Falta de orden, inactividad a-sintáctica, imágenes y espejismos, fantasmagorías y jaurías arrebatadas de palabras, ruptura de la cadena sintagmática. Enunciables más que enunciados, características de los actos de habla, según Benveniste. El teórico de la lingüística que mientras investiga el habla se pierde afásico por la ciudad. El texto caducidad es la destrucción de las formas (Benjamin), la comunicación como incomunicación. Hombre-lobo que habla: “una crónica que atrapa un esta- llido sobreimpreso en el pasado de mi lobo” Borradura de la palabra, tachadura y violencia borrándola con aguarrás. ¿Se puede narrar después de caducidad? Palabras atravesadas por el cine negro, violencia de la imagen de la postguerra, guiño a Hitchcock pero también a Pasolini, a Glaubert Rocha el bárbaro de la imagen. Textos como basura. Si Flusser concibió las ciencias de la basura: arqueología, psicoanálisis, ecología, no previó las artes de los residuos, y, quizás la poética es una de las fundamentales. Montaje de significantes discontinuos. Paradojas de los criptogramas, de los anagramas, de las cifras herméticas (aporía de lo cerrado y abierto), escritura en clave, síntomatología, síntoma y sintomático. Iconoclasta: “son datos no visuales”, recuerda la voz. Los espectros de Raymond Roussel miran por entre las rendijas de las puertas discursivas: “la imaginación lo es todo” dice Roussel. Vida construida como libros (Roussel), ciencia sin nombre (Warburg). Escritura dadaísta. “líquidos Compuestos a partir de cicatrices” Cianuro acompañando el devenir de la vida/muerte benjaminiana. Escritura nómada y descentrada (Rosi Braidoti). Palabra como alquimia. Retorno al rizoma: “rizomas que percibe como inermes minerales en las intercalaciones del espectro…” Una o mil mesetas, anti-Edipo como muerte del padre. Un país como el de Alicia, movimiento como contrasentido. Elipses como imposibilidad hermenéutica de interpretar. Copia y simulacro: “calcado con carbón negro” “escritura detonando su epicentro por los bordes cuarteados de una frase” Las masas en Deleuze huyen, no son homogéneas sino tribus que desterritorializan los territorios. Museo de la novela la eterna (Macedonio Fernández), entropía como caos- germen (Deleuze). Vuelta a la monstruosidad: “un río de pasado (dilatación de ciénagas), guarismo de reloj combado al máximo, aglutinado a tinta e impecable en su flexión se propaga con temblor de luna aleve: anarquía de tejidos de los monocelulares que perviven pese al dióxido: tegumentos de limazas, gasterópodos, el desperdicio vacuo de invidentes mejillones; tubuliformes tenues por cascajos puntiagudos, la trama de vitral de la libélula, los poros de espon- diarios, los dermatoesqueletos; algún conglomerado equinoder- mo, segmentos sin ventosas, terebrátulas (en fin) de rastro oblicuo” “Hubo un tiempo”, impreciso, inestable, fisurado. Genealogía frente a la mecánica fenomenológica, crítica como valor nihilista más que como metafísica/trascendental kantiana. “fueron días mutilados por abismos esta frase quedará sin predicado” Retorno hermético o pensamiento en estado salvaje “puede verse devenir por espamos tuberosos: ese día desenreda cifras áridas, levadura nebulosa, frene- síes de gusanos derruyendo los macizos más groseros” “cifras agrias sobre extensión hostil, guarismos cuyo flujo se infecciona” Deseo de muerte, pulsión arrebatada al suicidio, lo real lacaniano como muerte de la realidad, caudal que discurre como una vida hacia el precipicio. Retorno al síntoma y a la diseminación, aleph es un número sin nombre, transfinito, inspiración atonal, Fibonacci y Cantor. Lo obtuso en Barthes como tercer sentido, luego del sentido informativo y del simbólico, no hay símbolo, ni información, sino connotaciones “pedazos más obtusos de sentido…” descarta a Descartes y su cogito de la razón. La cifra, ecuación sin sentido, escritura anagramática: “segar la cifra hermética, el meollo de la llama, siguiendo sólo un hilo del tapiz: esos días se han perdido por esporas en impuros devenires de novela” Víctor Manuel Silva Echeto es doctor en Literatura y Comunicación y en estudios avanzados por la Universidad de Sevilla, Magíster en Comunicación por la Universidad Internacional de Andalucía, y Licenciado en Ciencias de la Comunicación por la Universidad de la República Oriental del Uruguay (ROU).

martes, 8 de mayo de 2012

presenta "Caducidad" en FIL 2012

Mayo 6, 2012,
Santo Domingo, Rep. Dominicana.- La noche de este sábado los salones del Museo de Arte Moderno se llenaron con la exquisitez de la poesía cuando el reconocido Poeta León Félix Batista puso en circulación su más reciente obra, “Caducidad” (Amargord, colección Transatlántica 12, Madrid, 2011). La presentación de la obra estuvo a cargo de Eduardo Milán, quién ponderó las dotes del buen escritor y excelente poeta León Félix Batista, a quien calificó como uno de los mejores de la poesía contemporánea dominicana. Según Milán, su obra es un libro concebido como cuerpo aparte del uso tradicional de la forma desde el pique. Dijo que no hay versificación, puesto que la línea tiende a un “lleno” de la página, que se fractura por la brevedad de esa masa escrita.Expuso que aunque la escritura de “Caducidad” no habilita ningún margen, hace ribera con sus compañeros desbordados. Así, expresó, un libro no está solo, aunque desfonde la forma siempre crea, guía, remite y traza lo que de cierta manera un caracol quiere trazar. Dijo además que la estética del fragmento, recogida por la poesía de ciertas escrituras filosóficas alemanas vinculadas al idealismo tales como Friedrich Schlegel y Novalis, en abierta contradicción a su visión integral mítica, se convirtió en el modo de escritura recurrente para dar un presente en dispersión.En ese sentido, con ello se resalta la importancia del romanticismo y del idealismo alemán, siendo éstas las poéticas divergentes que heredaron los vanguardistas del siglo XX. En “Caducidad”, el escritor capta esa doble articulación: la de que el relato no es incompatible con la revelación del mecanismo. Agregó Milán, que su poesía es un movimiento contagioso de revelaciones que, en un efecto de superficie notable, distrae al lector -lo engaña- retardando un final que no existe, desplazando ese punto de detención última. Todo parece conducir a algo. Pero no conduce a nada. El sentido no es la meta de esta aventura: el sentido es lo que retarda la meta en la medida en que la pierde de vista: "León Félix parece haber descubierto que si hay un programa disolutivo para el cual se organiza un estado de cosas del mundo y esa disolución no se cumple, el mundo restante, el no disuelto, se vuelve una estampida de haces. El futuro no cumplido no se re-pliega, estalla o tiende hacia el costado". “Un ejemplo de esto es el dinosaurio del futuro, que puede derrumbarse hacia el costado sobre una multiplicidad de escarabajos. No como Pedro Páramo sobre sí mismo o cualquier estatua de sal: hacia el costado, lateralmente, tangencial,” sostuvo. Sobre el neobarroco, al cual vinculan a León Félix, afirmó que gracias a Maurizio Medo aquél vuelve por sus fueros como si fuera El jinete pálido o La máscara de la muerte roja. Resaltó en cualquier caso, lo que para él constituyó el neobarroco no puede volver: el neobarroco fue una emergencia de escritura. Y las emergencias no vuelven. Y si vuelven es porque ya no son emergencias. Lo que puede plantearse nuevamente ya no como algo triunfal o vengativo o cabizbajo, esa frente marchita del tango “Volver”, es la habilitación de estados de cosas que precipitan emergencias. Entonces sí, acuérdate del neobarroco. Terminó su presentación afirmando que en León Félix, uno de los mejores escritores y poetas dominicanos, la lógica de cualquier retorno, aunque fuera el retorno de la dispersión legitimada por una forma eterna del fondo de un naufragio, irrumpiría en el curso hipnótico de esa especie de días inventados de “Caducidad”. Además, agregó que tal vez la hipnosis sea lo que señale la trampa del sueño o la visión del sueño como una trampa. Sea como sea, uno entra a esos días de “Caducidad” y siente que no puede salir de ahí. “La caducidad entonces ya no es la caducidad del cuerpo sino la caducidad de lo que el humano crea para conjurar el tiempo y posibilitar un cierto orden de vida, una cierta esperanza que, una vez seguida de otra, arme un tejido que le sirva para concebir lo más parecido a un sentido. Lo que aquí precisamente, por hipersaturación secuencial, se desmantela y salta en sus ejes sucesivos”, expresó. León Felíx deleitó a quienes asistieron a la actividad cultural leyendo trozos de poemas contenidos en la obra presentada. Kayra Ulloa y Héctor Gerardo, prensa CIG