viernes, 13 de noviembre de 2009
conversando
Esta entrevista me fue hecha a raíz de la publicación de Prosa do que está na Esfera en Sao Paulo (Editora Olavobrás, edición bilingue, traducciones de Claudio Daniel y Fabiano Calixto, noviembre 2003). Fue publicada en portugués (o brasileño, según se vea) en el segundo número de la revista literaria Gazua, editada por un grupo de jóvenes poetas de Fortaleza, Brasil: Eduardo Jorge, Diego Vinhas, Henrique Dídimo y Júlio Lira. Según reseña el poeta y traductor Claudio Daniel “A publicação apresenta bons resultados, pelo rigor e critério na escolha de autores e textos, privilegiando as linhas experimentais e dialogando com a literatura da América Latina. A entrevista com o poeta León Félix Batista, da República Dominicana, ficou excelente. Outros destaques deste número são os poemas de Victor Sosa, Fabiano Calixto, Glauco Mattoso, Lígia Dabul e Virna Teixeira.”
Quien desee adquirir la publicación puede escribir a r_gazua@yahoo.com.br.
ENTREVISTA GAZUA- PUBLICAÇÃO DE POESIA
(FORTALEZA/ BRASIL): LEÓN FELIX BATISTA
Prosa do Está na Esfera é seu primeiro livro lançado no Brasil. Não é difícil constatar logo na primeira leitura uma certa queda por um tom de estranheza, alcançada com a peculiar construção de imagens. Qual o seu comentário sobre o conjunto de escritos que fazem esse livro? O que ele desempenha em sua obra?
Los textos incluidos en Prosa do Está na Esfera son un extracto de Vicio (1999), que es a su vez el segundo elemento de una trilogía, la cual ha ido siendo publicada en libros separados y que espera su edición futura en un solo tomo. Es un libro que escribí, o transcribí, como si hubiera estado poseído por un súcubo verbal, al grado de que, cuando no escribía, persistía en crear unos collages, también eróticos, algunos de los cuales se publicaron en la segunda edición en Argentina y dos más aparecen en Prosa: fue un acierto del editor Marcelo Tápia utilizar estos collages, que considero parte integral de esa escritura.
Este libro tiene para mí una importancia capital, puesto que constituye el eslabón de unidad, el eje, la espina dorsal de esta trilogía, compuesta además por Negro Eterno (1997) y Torsos Tórridos (2001), la que fue concebida como una Erótica-Etica: se persigue en Negro Eterno un Eros bajo el pliegue del canto popular y de la melodía, en Vicio un Eros filtrado por la plasticidad del cuerpo en los espacios y en Torsos Tórridos un Eros designado sobre las superficies mundanas del vestido, es decir, boleros y baladas, el mundo oscuro íntimo y la moda femenina. Pero, puesto que poesía no es filosofía, aunque ambas se toquen en tantas de sus salientes, y que su estatuto es poético y no teórico, la escritura de estos textos desarrolla una noción de sistema muy personal. Estos libros no son, precisamente, tratados de ideas sino de sentimientos, posturas y superficies. Naturalmente, ignoro si consigo mi objetivo.
Por ese cauce corre Prosa do que está na Esfera.
Em entrevista ao poeta dominicano Carlos Rodríguez Ortiz você afirmou que não estava seguro de que escrevia poemas. Aqui no Brasil tem se tornado recorrente a discussão a cerca da eliminação de fronteiras entre gêneros. Como você insere seu trabalho nesse contexto?
Mi respuesta de ahora es la de entonces: no puedo asegurar que lo que escribo sean “poemas”, si la referencia es al hecho cerrado, al constructo nucleado a que remite este concepto en ciertas preceptivas. Prefiero identificar la noción de poiesis más allá de las márgenes que permite un “poema”, pues descreo de él como objeto prosódico cerrado: existe el texto (y punto) y mi proyecto es construirlo como calidoscopio: de los entrecruzamientos de géneros a las alusiones y enunciados de la realidad en bruto, de las letras puras a las mazmorras de la autobiografía. Ni fondos ni formas sacros. Absoluta heterodoxia. Además, mi verdadero interés no es escribir “poemarios”, pretensión apabullante, sino mosaicos de canciones, listados de posibles posturas sexuales, catálogos de ropa íntima, bestiarios personales, folletos propedéuticos, etc.
Es ahí donde me encuentro con varios compañeros de camino. Hay una nueva fractura. Libros como Catatau, de Leminsky, por ejemplo, o Campo de Fuego, de Roberto Mascaró o Guatambú, de Mario Arteca testimonian claramente la absoluta contigüidad de los géneros en la estela de este nuevo decir. En mi país tenemos a Cayo Claudio Espinal, creador del Contextualismo (que proviene a su vez del Pluralismo, enunciado en los 70 por el músico-escritor Manuel Rueda, quien también practicaba el Concretismo). El último libro de Espinal, La Mampara (2002), es el texto más ambicioso jamás escrito en nuestra historia, un verdadero acontecimiento de pulsión lingüístico-imaginativa, collage de contextos que incluye comedia, ensayo, fotografía, drama, cómic, gráficos, economía y hasta color, para no decirlo todo. En ese tenor se revela también el travestismo escritural de Roberto Echavarren, el movedizo miniaturismo de Reynaldo Jiménez o el ensayismo rudo de Octavio Armand.
Brasil se encuentra ahora a la vanguardia de estas discusiones (a las que yo me inscribo desde aquí) con una febrilidad notoria y un resultado bastante sustantivo, en términos teóricos y de creación. Estos debates se encuentran un poco olvidados, cuando no dispersos, lamentablemente, en América Latina, salvo por la periferia neobarroca y algunos novísimos que retoñan por ahí. Los demás se han dormido en la Academia.
Este mismo interés explica que haya “excrito” estos tres libros en cada una de sus reediciones (nota: ver Poética: la excritura)
Mercedes Roffé, poeta argentina, afirmou que a metáfora morreu e você não só endossou esse pensamento como se referiu ainda a um “marasmo da reciclagem de símbolos e a cópia vil de um só autor”. Que novas possibilidades se apresentam, então, no processo da escrita?
Debo aclarar que cuando hablaba del “marasmo da reciclagem de símbolos e a cópia vil de um só autor” me refería más bien al ámbito específico de la poesía dominicana de las últimas dos décadas (con sus islas de disidencia, claro), aunque es esta una situación que aparece también en otras zonas de la lengua en que escribo: lo he visto en el afán simplista y fofo de algunos jóvenes poetas latinoamericanos, se rastrea en las apabullantes improntas nerudiana y paziana presentes en ciertas franjas y en las secuelas de la “poesía de la experiencia” española, por ejemplo, que nunca me acabó de convencer.
Abundando sobre la “muerte de la metáfora”, no desdigo de su uso, a menos que se muestre excesivo, y en ese caso mi rechazo se extendería a cualquier otro abuso. Incluso, como supo ver Haroldo de Campos, una poesía tan importante como la mexicana proviene de esta tradición, y su validez es insoslayable. Dice Paul Celan: “un estruendo: la verdad misma se ha presentado entre los hombres, en pleno torbellino de metáforas”. Se trata de eso mismo: de estallidos, fogonazos. A mi me interesan más bien las contundencias: no el disparo sino la herida, la estampida más que la polvareda. Me he tomado las palabras de Roffé como un grito de combate, como el símbolo de una fractura. Entiendo que el veredicto de esta muerte es más abarcador: demonizando el tropo se procura hacer arder otras técnicas manidas: cuando el coto del poeta se amplía atraviesa en tromba por figuras de dicción, figuras de construcción: quiere escribir borrando. Es ahí donde se puede concretar (o vislumbrar, tal vez) una nueva escritura.
Essa crise da metáfora é recorrente no mundo pós-utópico como afirmou também Haroldo de Campos?
Hay crisis de muchas cosas en nuestra actualidad y, como dice la pregunta, mejor la crisis (de la que siempre brota un rango de posibilidades) que la muerte (que es estéril). También hay crisis del imaginario, la que los norteamericanos, tan tremendistas siempre, tratan de resolver imponiendo compartimientos estancos: literatura chicana, literatura femenina, literatura queer, y demás barbaridades.
Haroldo estableció mejor que nadie la crisis de la poesía en su ensayo “Poesía y modernidad: de la muerte del arte a la constelación”. Cuando Noigandres, en su radicalidad, asumía la significación del espacio gráfico e inventaba su planeta “verbivocovisual”, daba cuerpo teórico a la trascendencia de una utopía (que la hubo también en la poesía: ahí nos queda Neruda con su Canto General como insistencia, un libro tan mal leído por Harold Bloom). El propio Haroldo, nuestro demiurgo, continuó con la torsión verbal, la intertextualidad de las “galaxias” su crítica masiva y, ahora que murió, sigue más vivo que nunca en su legado
Según entiendo, el único mesianismo que admite la poesía postutópica es el del caos de los lenguajes, que, contaminándose entre sí, habrán de fraguar otros. “Procedimiento más”, continuando con Haroldo.
Severo Sarduy afirmou uma vez em seu livro Barroco: “delapidar da linguagem unicamente em função do prazer – e não, como pretende o uso doméstico, em função da informação”. Nesse contexto, como você pretende compor uma “erotografia poética” como afirmou o poeta Cláudio Daniel a respeito do seu trabalho ou uma Erótica em que você pensa sua escrita?
Me alegra que menciones a Sarduy, a cuya obra deslumbrante siempre me asomé como a un precipicio en cuyo fondo me siento cómodo, pues para él (y yo me sumo) erotismo es malgasto (de la energía, del deseo, de los pulsos vitales) y ninguna mejor analogía con la propuesta-gratuidad de la escritura poética como el asalto con la catapulta de la sinuosidad a la corrección gramatical de los intelectuales del Poder, como agresividad de forma y sentido sensorial contra las estructuras discursivas del Control, que siempre deja a la intemperie al “otro”: a la mujer, al loco, al gay, al negro, al niño, al pobre, al poeta y al que reza a otro dios.
Ese es el flujo de la trilogía cuyo apéndice es Prosa do que está na Esfera (aunque, claro está, no de todo lo que he escrito ni de lo que actualmente desarrollo). Es una Erótica (y, por tanto, una Etica) que se propone en doscientas y tantas páginas.
Claudio Daniel es no sólo un excelente poeta y traductor, sino también un crítico sagaz que ha sabido ver lo que yo no en mi obra. Me he sorprendido leyendo sus palabras, que identifican para mí lo que sólo vislumbraba intuitivamente.
Você está incluído na antologia Jardim de camaleões (poesia neobarroca na América Latina) a ser publicada no Brasil. O que você pensa do neobarroco? A poesia neobarroca pode afetar o cânone literário?
Primero debo decir que es un honor encontrarme incluido entre tantos poetas admirables, casi todos amigos míos y a quienes leo con fervor, unidos por el hilo de la crítica en esta antología. No sé si mi escritura es neobarroca, nunca la he concebido como tal, pero creo entender que, precisamente, si algo no es lo neobarroco es canon, del que aquel se escabulle por el núcleo de su definición, y de ahí su seducción y virtud de camuflaje.
Lo barroco es un impulso, corriente linfática fácilmente registrable a lo largo de la historia del arte, de la historia del Hombre. Fue Sarduy quien propagó con claridad un momento neobarroco, que se propaga hoy por toda la América de lengua lusa y española, más afincado aún por Haroldo de Campos –nueva referencia a él– en su ensayo O secuestro do barroco na formaçao da literatura brasileira. Cuando luego Néstor Perlongher lo bautiza “neobarroso” pretendía, indudablemente, ir más allá de la referencia al barro de los fondos del Río de la Plata, y también quiso decir neoresbaloso: la elusividad, inasibilidad, pero a la vez submarinismo, una pesca de alta mar que se realiza con las redes de la intertextualidad y la interespacialidad, con anécdota y coloquialismo, descripción y referencia, polifonías y paronomasias. Su abanico es tan amplio que involucra a poetas como el uruguayo Eduardo Espina quien, más que neobarroco, se autoproclama “neorococó”.
El neobarroco es un momentum que está produciendo la escritura más significativa en este hemisferio.
Numa época em que a palavra está posta à prova e sofrendo constantemente desgaste e que a informação é hiperbólica, a poesia se reveste de alguma potência na sociedade contemporânea?
Definitivamente sí, aunque es de ilusos creer que puede cambiar al mundo. No nos quedan utopías, recordemos, apenas contamos, para intentar una cosecha, con el individuo (lector o escritor) y evitar que se disipe en la contundente actualidad de universos virtuales, simultaneidad del hecho histórico y su información: impedir la abolición de la persona en el ámbito de la uniformidad.. Yo me conformo con la influencia que consiga acuñar entre mis estudiantes.
El poeta representa hoy día la necesaria resistencia: es como una reserva de lumbre espiritual que no engulló la economía.
o que você elege como leituras de formação e quais os textos que ultimamente mais tem te seduzido?
Me creo lo que se dice un lector caníbal y caótico, heterodoxo, anarquista, desigual y, sobre todo, hedónico. Mi desatino (o tal vez mi diana) es registrar cada lectura como poesía, o, mejor dicho, exprimir los zumos poéticos de un texto cualquiera. Recuerdo haber leído en los 80 el Tractatus Lógico-Philosophicus como si se tratara de lírica con traje racional y a Ada o el ardor (de Nabokov) como un poema en 400 páginas. Así leo la Biblia, el Diccionario de la Real Academia Española y las policiales de los diarios, y en todos y en cada uno descubro un río de poesía, esa sustancia insoslayable que se filtra sola ante cualquier descuido del lector. También suelo conspirar con en el lenguaje de la filmografía. Soy un maldito lector con desperfectos y ello produce, creo, mi “insuficiencia” (citando a Armand) como escritor.
Además, claro está, leo mucha poesía clásica y contemporánea, en inglés y español (los idiomas que domino) y traducciones, aunque voy de extremo a extremo: del OULIPO y el grupo LANGUAGE a Char y John Ashbery, de Herberto Helder y Ramos Rosa a Wilson Bueno y Claudio Daniel, de ORIGENES y La Poesía Sorprendida al Concretismo, la Escuela Alógena y Diáspora(s). Las visiones femeninas (sin ánimo disgregante, más bien por su incidencia en mí) del poema me impresionan: Blanca Valera, Cecilia Meireles, Isabel Fraire, Marosa di Giorgio, Ana Becciu, Tamara Kamenszain, Josely Vianna Baptista, Mercedes Roffé, Susana Villalba, Coral Bracho, Romina Freschi, Jussara Salazar, Eleonora Requena y las norteamericanas Dickinson, Moore, H. D., Bishop, Rich, Anne Sexton, Plath, Lyn Hejinian y etc.
También la base de la poesía latinoamericana actual: Vallejo, Herrera y Reissig, Lezama, Girondo, Carlos German Belli, Lorenzo García Vega, Gonzalo Rojas. Son muchos nombres en verdad. Entre mis cuasi-contemporáneos, me deslumbran José Kozer, Octavio Armand, David Huerta, Mirko Lauer, Perlongher, Roberto Mascaró, Aníbal Núñez, Raúl Barrientos, Sánchez Robayna, Echavarren, Milán, Eduardo Espina, Gabriel Jaime Caro, Pere Gimferrer. Más cerca, Reynaldo Jiménez, Carlos Riccardo, Rafael Courtoisie, Noel Luna, Ernesto Lumbreras, Mario Arteca, León Plascencia Ñol, Víctor Sosa, D. G. Helder, Heriberto Yépez, Abraham Gragera, Jorge Ortega, Luis Chaves, Aníbal Cristobo...y en el ámbito dominicano Alexis Gómez Rosa, José Mármol, Carlos Rodríguez Ortiz, Plinio Chahín y Néstor Rodríguez.
Y, por último, me alimento por trasvase, por palabra intravenosa, de algunos poetas de lengua inglesa que hasta ahora he traducido: Eshleman, Richard Kenney, la Escuela de New York, Charles Wrigth y un largo etcétera. Y siempre, siempre, Fernando Pessoa.
En estos momentos leo una Guía del Tiempo Meteorológico y un Tratado de Psicofarmacología. Pero mi última seducción es esa gran poeta brasileña que escribió poços poemas: Clarice Lispector.
Como foi o seu contato com a poesia brasileira e como está o seu diálogo com os poetas do Brasil?
Hace tiempo que leo a los poetas brasileños ya clásicos y muy traducidos, como el Grupo Noigandres, Vinicius de Moraes, Bandeira, Drummond, los dos de Andrade y Cabral de Melo Neto. También en la década de los 80 la Embajada de Brasil en República Dominicana regalaba a los lectores los libros de la colección de poesía “Tierra Brasileña”, que nos amplió el panorama con Cassiano Ricardo, Murilo Mendes, Cecilia Meireles, Jorge de Lima y Lêdo Ivo, que causó sensación en mi generación; después, ya en New York, descubrí a Ferreira Gullar y a Ana Cristina Cesar.
Cuento además con la fortuna de ser amigo y colaborador de Reynaldo Jiménez, poeta extraordinario y uno de los editores de la revista Tsé=Tsé. A través suyo conocí a Claudio, Assunção, Garcia Lopes y al argentino Cristobo, que vivía en el Brasil y traducía frecuentemente y, como en cadena, ellos fueron eslabones para conectar con la impresionante realidad poética de ese país. Así pude leer y degustar, aparte de los ya mencionados, las traducciones que se han hecho de Glauco Matosso, Horácio Costa y Carlito Azevedo, pero también a Douglas Diegues, Humberto Mello, Arnaldo Antunes, Ranieri Ribas, Bonvicino, Elson Fróes, Ricardo Corona y algunos más.
Cada vez me asombra más la salud de la poesía brasileña: un iceberg de sorpresas, un ejercicio trascendental que marcará la historia de la literatura.
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Es León Félix Batista privilegiado por los dioses al recibir la iluminación de la poesía,
ResponderEliminary cual es la edad del Oscuro semejante?