jueves, 11 de abril de 2019
Pseudonota 1 de "Pseudolibro"
El sujeto trascendental, revelado en sus vertientes hegeliana y cartesiana, podría representarse, en su pérfida bulimia de absoluto y autarquía, como una “S” mayúscula en la topografía metafísica del ser como presencia: S. Significante de la potencia subjetiva y correlato del mundo como Libro de Significados Unívocos: Hipóstasis del Verbo. Significante Amo: S1.
Para denunciar el ocultamiento del ser que se opera en la hipertrofia de la subjetividad trascendental, Martin Heidegger nos plantea una topología en la que el Ser deviene tachado: doble tachadura en cruz del Ser: morar en ausencia. ( ). Testimonio de una época en la que el Gestell como estructura técnica de emplazamiento y dominio permitiría, quizás, el primer centelleo del Ereignis (Acontecimiento de la co-apropiación y/o trans-apropiación del sujeto y el objeto).
Haciendo semilla de la letra heideggeriana, el psicoanalista y pensador francés Jacques Lacan elabora una topología del sujeto en su relación con la cadena del lenguaje, que lo promueve al estatuto de sujeto barrado (sujet barré) por el significante: ( ). Emergencia de textura corporal, pulsional, erógena. El sujeto sería entonces aquel sujeto de la “esquizia” originaria del inconsciente, que por intervención de la metáfora reguladora del goce se torna apto para su ulterior inclusión en el discurso, entendido éste como vínculo y lazo social polivalente, comandado por el yo del enunciado y la consciencia intencional y reflexiva.
Para otros pensadores, este sujeto intersticial sería sujeto del “pensamiento débil” (Gianni Vattimo); sujeto fronterizo del éxodo y el exilio (Eugenio Trías); sujeto fractal y estallado de la desterritorialización en el rizoma (Gilles Deleuze). A dichos sujetos tachados, despotenciados, fronterizos, desterritorializados, rizomáticos o fractales, correspondería un mundo como “mil mesetas”, como texto despotenciado, descentrado y debilitado, en el sentido en que Deleuze, Trías y Vattimo nos hablan, respectivamente, de subjetividad como máquina deseante, de subjetividad fronteriza despotenciada y de pensamiento débil y flexible.
Pseudolibro: apología barroca y paradójica de la deflación poética de los significados trascendentales, de las prácticas codificadas del bien poetizar señorial y marfilino. Simulacro de la polivalencia de sentidos rotos y ligados en un espacio complejo que combina lo liso y lo estriado, el arriba y el abajo, el despliegue y el repliegue, la banda de dispersión y la contrabanda estabilizante (Deleuze y Derrida).
Pseudolibro: Goce de un cuerpo cribado por la letra en la resonancia problemática, irónica, humorística y paródica entre in-jeto (arte: operando con perceptos, figurales y afectos), e-jeto (ciencia: actuando con matemas y funciones lógicas) y super-jeto (filosofía: construcción de personajes conceptuales), en su condición de componentes del cerebro-sujeto triúnico como síntesis disyuntiva del pensamiento (Deleuze y Morin).
El pseudolibro manifiesta, en su condición de libro tachado (barré), una voluntad de vaciamiento de los significados trascendentales que constituyeron una doxa filosófico-sentimental en una cierta vertiente de la poética de los 80 en la República Dominicana. Este texto opera, no con el concepto y los sentimientos, sino con aquello que siguiendo a
Klossowski podríamos denominar Stimmung: síntesis del pensamiento y de la percepción intensiva, en tanto que la “emoción material” como percepto-afecto, pulsión y figuralidad, se diferencia del concepto predicativo y abstracto, como de la figuración testimonial, representativa y torpemente ilustrativa de lo sentimental-neorromántico. El pseudolibro asume la dimensión escindida de la escritura: escritura escrita que no agota la infinitud potencial de una escritura escribiente. Texto pulsional. Prosodia de la carne. Potencia bárbara, gótica, manierista y neobarroca que atraviesa, con su estereofonía y su espaciamiento rizomático y polifónico, los imaginarios panópticos del Amo. (Worringer, Deleuze, Lacan, Barthes, Almánzar-Botello).
El sujeto trascendental S, transmutado por Heidegger en Ser tachado en cruz ( ), y convertido a su vez por Lacan en sujeto intersticial barrado por el significante ( ), se constituye hoy, en el contexto del discurso capitalista, en sujeto de la tachadura vertical ($): signo del dólar. Sujeto paranoico de la ciega apropiación en el mercado. Modalidad deletérea y paródica de la subjetividad trascendental como poder avasallante y monocéntrico del falogos-biotexto. Sujeto de la contabilidad pulsional del Imperio en su Guerra Preventiva y sus Cosmofinanzas.
¿Qué erosiones opera el pseudolibro, en el registro corporal del infrasentido, sobre la compacidad mítica de un imaginario poéticomercantil convertido en territorialidad perversa del best-seller? Pseudolibro: ¿Escritura en alta voz y sin azogue (Barthes, Artaud, Derrida); neobarroso rumor del genotexto; juego inocuo, paródico, inicuo? ¿De qué modo su glosa se desglosa y deviene anticipo de otro texto, de otros textos?
¿Ahí el pseudolibro despotencia en su ludismo los delirios prepotentes del Contexto?
¿Genera el pseudolibro líneas de fuga creadoras y mutantes que no sean meras líneas frías de abolición y muerte del sentido?
¿Participa el pseudolibro del impulso de los devenires rebeldes: devenir niño, devenir mujer, devenir animal, devenir cyborg, devenir mestizo, devenir leproso, devenir esquizo, devenir imperceptible?
¿Devienen sus goces microtécnicos posible transgresión micropolítica de la subjetividad deseante del lector? ¿Transmutación/desterritorialización de las modalidades colectivas y manidas de enunciar y semiotizar? ¿Cuerpo metamórfico sin órganos? ¿Carno-texto? Dicho sea con cierta parsimonia: creemos que sí, but…
(Armando Almánzar Botello, “Libro tachado: ¿Sujeto tachado, carno-texto?”, inédito)
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