sábado, 23 de febrero de 2013
CHARLES SIMIC: LA ANARQUÍA CONTROLADA
Nota y traducción de León Félix Batista
EL PUBIS DE EUPHEMIA GRAY
Para John Yau
En cuanto a mí, Señor Ruskin, los prefiero con pelos abundantes. Me recuerdo enjabonado, en el mar y a lo oscuro, la entrepierna de cierta Señorita L., mientras ella a su vez me enjabonaba. El agua estaba fría, mas nosotros hervíamos. Nuestros besos hicieron apurar la noche, y el sol se retardó en salir.
Ninfas de mármol en el parque, rodeadas de carteristas, ¡qué tristes se ven siempre! Depón tu arco y flechas, Dafne, y ásanos salchichas en la estufa. Tu culo está desnudo, tu cabello en animal descompostura. Los chirridos de los viejos resortes de la cama alcanzan al museo en la otra calle.
Los visitantes no saben qué hacer con él. Hay alguno gimiendo mientras otro susurra obscenidades alrededor de la Madonna púber. Ellos fingen no escuchar, se detienen a verla y admirarla brevemente, para luego deambular, como el pez en la pileta que esta noche cenaremos.
Euphemia Gray's Pubis
For John Yau
As for me, I like them with plenty of hair, Mr. Ruskin. I remember soaping the crotch of a certain Miss L. in the sea at dusk, while she soaped mine. The water was cold, but we were burning. Our kisses made the night hurry, the sun take its time setting.
Marble nymphs in the park surrounded by purse snatchers, how sad they always seem! Lay down your bow and arrows, Daphne, and grill us some sausages on the stove. Your ass is bare, your hair is in wild disarray. The sound of our antique bedsprings reaches to the museum across the street.
The visitors don't know what to make of it. Someone is moaning, someone is whispering obscenities around the child Madonna. They pretend not to hear, they stop to view and admire her briefly, and then stroll on, like fish in a fishtank we'll be having for late dinner tonight.
LA ANARQUIA CONTROLADA
Charles Simic nació en Belgrado, Yugoslavia, en 1938. La niñez vivida en plena Segunda Guerra Mundial marcaría su visión de la existencia para siempre. Después vendría la partida hacia Estados Unidos (en 1954), estudios en Chicago y largas tardes en la Biblioteca de Nueva York, leyendo páginas y páginas de antropología y folklore, procurando introducir una conciencia mítica en su poesía (para terminar creando sus propios mitos de las cosas comunes y cotidianas: salones de baile, los dedos de una mano, el polvo sobre un piano).
Fue una noche de esas, en la isla de Manhattan y específicamente en el salón oscuro de un night club que Charles recibió sus iluminaciones de manos del saxofón tenor del inefable negro Sonny Rollins: quedó maravillado de encontrar tan claramente establecido en las melodías de jazz aquello que él, tan afanosamente, buscaba fijar en su poesía. “La lección que aprendí fue –diría luego-: cultiva la anarquía controlada”. Así fue como Thelonius Monk o “Bird” resultaron ser mejores modelos de artistas para él que la mayor parte de los poetas.
Desmantelar el silencio –parafraseando uno de sus títulos– es una posible definición del hacer de su sensibilidad. Recuerda en un escrito de carácter autobiográfico sus noches de infancia en Europa del Este atento a la radio todo el tiempo, ésta casi inaudible en sus notas de guerra y en claves morse. Escuchando el silencio, dice, él puede acercarse más a la verdadera esencia de las cosas. Para plasmar esta idea elabora un estilo que combina la fascinación surrealista con recurrentes arquetipos y el interés imaginista, para alcanzar una observación precisa de las cosas. De ahí que sus “object poems” (sobre una cárcel, un delantal, una escoba) estén entre los más celebrados por el público y la crítica. Ello explica, además, su interés en el artista de la plástica Joseph Cornell, sobre cuyo imaginario escribió el opúsculo “Alquimia de baratijas” (publicado por la UNAM en México como “Alquimia de tendajón” en 2006).
Sin embargo, su superrealidad es bastante figurativa y reposa en el lenguaje de lo maravilloso y de la desnudez emocional, de ahí que se le asocie con la espontaneidad que los primeros surrealistas, como Breton y Robert Desnos, forjaron en sus experimentos de escritura automática. Su poética es la del gesto surreal torcido, la imagen lúcida y alucinatoria y el lenguaje que éste envuelve, con su inclinado y abrupto movimiento de percepción a percepción. Aparte, adapta la elevada retórica que nos alienta a convertir en fetiches el amor, el miedo, la devoción, la aflicción: la mitologización del yo y las obsesiones con la soledad y el aislamiento.
Simic se pregunta por qué las personas han de tener el monopolio de las vidas y describe con especial reverencia lo feo e ignominioso. Ciertamente que este acercamiento a los objetos, con su carga de mortalidad, le sirve para crear mundos y después desmantelarlos en el silencio y la invisibilidad. Una vez que Simic descubre la versatilidad que le provee la forma híbrida de la poesía en prosa, escribe su excelente y aplaudido libro The World Doesn’t End (1989, traducido por Jordi Doce como “El mundo no se acaba” y publicado por Vaso Roto este año; existe otra traducción, por Mario Lucarda, en DVD, 1999).
El tercero de sus textos, “Desmantelando el silencio” (1971, traducido al español por Jordi Doce como "Desmontando el silencio", Lucena, 2004), desató una serie de becas y premios (becas Guggenheim, National Endowment for the Arts, MacArthur Foundation; premios Poe, Academia de las Letras y el PEN para traducción, hasta llegar al Pulitzer en 1990 por el ya mencionado poemario en prosa “El mundo no se acaba” ) que lo ubicaron como uno de los grandes poetas norteamericanos de la actualidad. En 1996 fue finalista del National Book Award en poesía por Walking the Black Cat y en 1995 electo a la Academia Americana de Poetas.
Sus influencias han sido localizadas en Vachel Lindsay, Hart Crane, Carl Sandburg y Theodore Roethke, además del yugoslavo Vasko Popa, a quien tradujo. En el terreno de sus contemporáneos se le vincula a James Tate, Nathaniel Tarn y Philip Lamantia como continuadores con él de cierta subterránea corriente surrealista (también presente en John Ashbery) y a Andre Codrescu, quien emigró también desde Europa del Este y se afinca como escritor singularísimo de la lengua inglesa. Igualmente, se considera que el género blues, con su inventiva verbal, erotismo y sentido trágico de la vida ha influido en sus textos. Simic se ha descrito a sí mismo como un realista-surrealista, colocado entre dos vías de visión.
Otros libros suyos son Blanca (1972-80), Biografía y Lamento (1976), Austeridades (1982), Pronósticos del Clima para Utopía y Vecindades: Poesía 1967-1982 y Libro de Dioses y Diablos (1990), ninguno, que sepamos, traducido al español. En nuestro idioma se han publicado también una breve selección en Pequeña Venecia, Venezuela, 1999: “El pollo sin cabeza”, traducción de Juan Carlos Galeano; "La voz a las tres de la madrugada", DVD, 2009, traducción de Martín López-Vega y su libro de memorias "Una mosca en la sopa", Vaso Roto, 2010, traducción de Jaime Blasco.
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